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LNE FRANCISO GARCIA

Todos somos Cristina

Que la mayoría de nosotros no conozcamos en persona a la enfermera del HUCA Cristina Fernández-Coronado -aunque muchos pacientes del hospital central sabrán de sus desvelos profesionales a lo largo de una dilatada carrera que supera las dos décadas y media en ese centro sanitario- no impide que nos embargue un sentimiento de piedad y compasión en favor de esa mujer, sumida en un hondo dolor por la pérdida inesperada de su marido, un médico jubilado que falleció hace unos días cuando le practicaban una intervención quirúrgica de trasplante de hígado.

El relato estremecedor de Cristina, del que este periódico dio cuenta en la edición del sábado, de su puño y letra, da pie a reflexionar sobre la necesidad del ejercicio de la empatía en cualquier profesión, pero especialmente entre los profesionales sanitarios, que en muchas ocasiones tienen en sus manos la vida de las personas. Insistamos en que no solo los médicos y enfermeras han de ser empáticos, también los periodistas y los funcionarios y aquellos que trabajan de cara al público. ¡Cuántos problemas se resolverían si todos nos pusiéramos en el pellejo del otro, que hiciéramos por comprender la raíz de su sufrimiento!

El empático gusta de escuchar a los demás pero no solo por educación y cortesía sino sobre toda para analizar sus sentimientos y poder comprenderlos. Respeta las decisiones del otro, aunque no comparta su punto de vista y huye del extremismo, pues busca siempre la equidistancia. El empático es hábil para interpretar el lenguaje no verbal: extrae mensajes de la gestualidad, de la mirada, del tono de voz de su interlocutor y por esa vía conoce sus emociones. Por último, el empático aparca sus propios intereses para anteponer los ajenos.

La empatía no es lástima ni conmiseración. La oncóloga Ana Lluch dijo días atrás, en la Semana de la Ciencia, que las facultades de Medicina deberían incluir la asignatura de comunicación. Yo creo que se refería a la necesidad de impartir empatía. Pero también en las aulas, desde la infancia: el mundo sería mejor y más humano.

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