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Santiago Pérez

El occidente asturiano, donde valen más los recursos naturales que las personas

El futuro de una comarca en declive

Está visto que el occidente asturiano es un buen territorio para aprovechar sus recursos naturales, parecen inagotables.

No es necesario remontarse a las explotaciones auríferas romanas ni tampoco a las primeras del carbón. Desde la década de los años 60 del siglo pasado la explotación sistemática de las minas del carbón, especialmente en el Suroccidente, abrió unas expectativas de empleo como nunca tuvo la comarca. Aquellos tiempos acabaron y hoy el carbón es un recuerdo al igual que la térmica de Soto de la Barca (Tineo) que lo consumía.

La explotación de los recursos hídricos tiene largo recorrido. Ahí tenemos el embalse de Calabazos (Tineo) en el río Narcea o los del Navia con los embalses de Salime, Doiras y Arbón. En Navia la papelera bebe del agua de su río.

Más recientemente empezaron a construir parques eólicos a lo largo y ancho de este enorme territorio. El primero fue el de Pico Gallo (Tineo), ahora hay un montón y otro montonazo está a la espera. Hay vecinos que vienen protestando tanto por el creciente número cómo por la proximidad a los pueblos.

Últimamente también hemos oído hablar de minicentrales en los ríos e incluso de las plantas de biomasa que están muy bien para generar energía, pero que apenas tienen incidencia en el empleo.

Han cerrado las minas de carbón, pero la fiebre minera ha regresado. Ahora los nuevos objetos de deseo son los minerales que se utilizan en la producción de baterías de litio. El cobalto, cobre, níquel, plomo y zinc despiertan la codicia disfrazada de interés general y motor económico. Al parecer tienen también echado el ojo a la zona de la Sierra del Aramo y de los Picos de Europa. Bueno, al final pasará cómo con los eólicos que se han localizado exclusivamente en el occidente.

Pero eso no es nada comparado con la fiebre del oro. El oro deslumbra y ciega de avaricia.

En Carlés (Salas) y en Boinás (Belmonte de Miranda) de momento no atan los perros con longanizas. Eso sí, en Boinás va a quedar un socavón de cuidado. Cuando se vayan, que se irán, nos van a dejar un buen pufo.

En el Suroccidente están realizando prospecciones para descubrir la rentabilidad de los filones, esos mismos que ya conocían y explotaban los romanos.

Lo de Salave (Tapia de Casariego) es tremendo. Una parte muy importante de los vecinos se niegan en rotundo a la mina del oro. Creen, y estoy de acuerdo con ellos, que esa explotación acarreará graves problemas al resto de los sectores económicos de la zona. Hace pocas fechas se han manifestado nuevamente en su contra. Da igual, el Gobierno asturiano, de momento, no está dispuesto a frenar definitivamente ese proyecto.

Resulta muy curioso comprobar que las empresas que quieren afuracar el terruño asturiano en busca de oro son grupos multinacionales de Canadá, Reino Unido e incluso chinos. No me extraña, en Asturias de minas se sabe muy poco.

Los alcaldes, no todos, ven en la explotación de todos los recursos naturales una fuente de ingresos para las arcas municipales y eso les hace bailar. Los ciudadanos vemos como generan pingües beneficios pero escasos puestos de trabajo.

Visto lo visto, tengo la sensación de que valen más los recursos naturales del occidente que sus ciudadanos.

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