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Fernando Monreal

Fernando Monreal

Doctor en Medicina y Cirugía

Comentarios sobre Carlos II

Diálogo histórico a partir del exorcismo de un cura asturiano al monarca “hechizado”

(Conversación entre amigos)

–¿Me estás diciendo que lo quisieron exorcizar?

–Que lo quisieron exorcizar, no. Que lo exorcizaron; y, concretamente se lo encargaron al sacerdote asturiano, de Cangas de Narcea, Álvarez Argüelles.

–Madre mía…, desde luego, eran otros tiempos. ¿Y todo por intentar que tuviera descendencia?

–Sí. El monarca ya se encontraba bastante deteriorado de salud; y, a pesar de un segundo matrimonio, la descendencia no acababa de llegar al mundo. Y mira que a la segunda esposa, Mariana de Neoburgo, se la seleccionó por los antecedentes familiares de fertilidad. Sin ir más lejos, su madre tuvo veintitrés embarazos.

–Jesús… – exclama Antonio llevándose las manos a la despejada cabeza.

–La pobre Mariana veía que su regio esposo se iba al otro mundo, y ella no iba a poder ser madre regente, por lo que su destino estaba en el aire.

–Y, por lo tanto, con Carlos II finalizaba la dinastía de los Austrias, ¿no es así?

–Correcto. Con Carlos II, a quien llamaron “El Hechizado”, porque, también, le aplicaron todo tipo de hechizos, finalizaba la dinastía que comenzó con Carlos I de España y V de Alemania.

–Y, luego recogieron el testigo los Borbones, ¿me equivoco?

–Estás en lo cierto. Tras nuestro monarca infértil recogió la corona el nieto del rey francés, Luis XIV, llamado Felipe de Anjou, y que pasó a la Historia como Felipe V, nuestro primer Borbón.

–¿Y lo nombraron así, sin más?, ¿a dedo?

–No fue así del todo. Verás, fue mucho más retorcido: la reina Mariana quería que el nuevo monarca, si ella no tenía descendientes, fuera su sobrino, el archiduque Carlos de Austria, hijo de su hermana mayor, Leonor, que se había casado con Leopoldo I, el emperador austríaco.

–Ya, y por otra parte estaban los franceses, que nos querían colocar a su candidato, ¿a que sí?, a Felipe V.

–Cierto, tal y como hemos dicho antes, Luis XIV tenía mucho interés en que la corona española pasara a manos de su nieto.

–¿Y cómo se las ingenió el francés para llevarse el gato al agua?, o dicho de otra manera, para arrimar el ascua a su sardina.

–Todo muy maquiavélico. El conde de Oropesa, al frente del Consejo de Castilla, era proaustríaco.

–O sea, un tipo con gran poder.

–Ya lo creo; pero los profranceses lo atacaron por un flanco débil.

–¿A sí? Cuenta, cuenta…

–Pues, resulta que su esposa había almacenado grandes cantidades de trigo y aceite para cuando escaseara, y así poder subir los precios y amasar una pequeña fortuna.

–No sabía nada, la condesa…

–Pero le salió el tiro por la culata. Porque cuando esto sucedió, el presidente del Consejo de Estado, que era el cardenal Portocarrero, y el alcalde de Madrid, Francisco Ronquillo, la acusaron de aprovecharse del hambre del pueblo, con lo que promovieron un motín contra los condes de Oropesa.

–Ufff, sí que le salió mal el tiro…

-–Sí, porque el resultado es que fueron desterrados de la corte madrileña y ganó la facción profrancesa.

–Conclusión: los Borbones al poder.

–Así es, y, hasta el día de hoy.

–¿Y qué fue de Mariana de Neoburgo?

–Pues que Felipe V puso como condición que, al llegar él a Madrid, ella ya tenía que haber marchado, y se fue a Toledo. Más tarde sería desterrada a Bayona, en Francia, donde vivió durante 32 años. Ya anciana regresó a Guadalajara, al palacio del Infantado, donde falleció a los 73 años de edad.

–Invito a esta ronda; necesito asimilar todo esto con un buen café.

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