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Carmen Martínez Fortún

Paciencia

Motivos para perder la calma

Según una encuesta en el único informativo que se puede ver, y con reservas, los españoles somos muy impacientes. No establecía comparación con los rusos, que bastante tienen con Putin, ni con otros seres vivos como el santo Job ni con los irracionales como el cocodrilo, paciente hasta la crueldad extrema, ni con seres inertes como las piedras, poseedoras de una infinita paciencia mineral. Tampoco se establecía una jerarquía entre españoles de diferente edad, aunque los ancianos sean más pacientes que los jóvenes o de distinta extracción social, aunque cayetanos y cayetanas gocen de menos prestigio paciente que la clase trabajadora. E históricamente la paciencia femenina ha sido por siglos superior a la de los hombres hasta el momento actual cuando en Occidente parece haberse acabado, en contraste con otros lugares de la tierra donde nuestro martirizado sexo o se arma de paciencia o armándose incluso, muere en el intento. (También en el primer mundo, aunque al menos se lucha contra ello).

En el ámbito geográfico parece ser que en Asia el tiempo se entiende de distinto modo que en Europa y en el campo los minutos avanzan más lentamente que en la ciudad. Muy enfadados andan los independentistas por ese asunto del espionaje, potenciado y publicitado con victimismo interesado y se ve que tienen tiempo de sobra para perderlo en escándalos y aspavientos. Una es impaciente hasta la desesperación, no con el agua de la ducha que tarda en calentarse, sino sobre todo con Sánchez, cuando viaja a Ucrania a hacerse un “book”, con esa ministra Belarra que se atreve a pedir la dimisión de una compañera de gabinete mientras ella se agarra a su Ministerio inútil y opíparamente remunerado o con Calviño, que hasta ayer no mas defendía la solidez de nuestra economía y ahora resulta que caemos más de tres puntos y la culpa se llama Putin.

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