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Susana Solís

Futuro Europa

Susana Solís

Y llegó la luz a los fondos de recuperación

La falta de información sobre el dinero de la UE

Los fondos europeos son, potencialmente, una herramienta para mejorar y modernizar nuestras sociedades. Digo potencialmente porque, ya sean los Fondos de Cohesión, los nuevos de NextGeneration o los agrarios de la PAC, se trata de partidas de dinero, de inversiones que solo funcionan si los gestores las aplican de forma inteligente y con perspectivas a largo plazo.

El golpe de la covid y la invasión de Ucrania han hecho que NextGeneration se convierta en una de las herramientas europeas más importantes para salir de la crisis. Pero, hasta ahora, los datos de licitación y ejecución con los que contábamos eran cero. No había explicaciones, ni información, ni transparencia: una gestión a oscuras de la mejor baza para recomponer nuestro futuro.

Esta semana, al fin, hemos podido avanzar. El académico Manuel Hidalgo ha presentado un estudio en el que combate la falta de transparencia con datos. Ante la opacidad del Gobierno, Hidalgo y su equipo de ESADE han desarrollado un algoritmo que registra todas las licitaciones relacionadas con los fondos y las clasifica por emisor, cuantía, partida que subvenciona... Una exploración exhaustiva región a región, empresa pública a empresa pública.

El resultado se convierte en un primer análisis fiable para ver en qué situación estamos, cuales son los cuellos de botella y dónde tenemos que seguir trabajando.

Hasta febrero han llegado a las empresas 5.000 millones de euros del Mecanismo de Recuperación. En otras palabras, menos de un 10% de los fondos disponibles. Aunque la tendencia es positiva y hay un aumento progresivo de las licitaciones, el ritmo es insuficiente.

En torno a la mitad de los fondos han ido a parar a un ente público: Adif. La empresa ferroviaria, por experiencia en licitaciones y tamaño, se ha adaptado bien a esta primera fase, eclipsando a administraciones y demás empresas públicas a la hora de presentar proyectos; la mayoría, relacionados con infraestructuras y construcción.

¿Es esto negativo? No necesariamente. La movilidad sostenible, como la que representa el tren, es necesaria para el futuro que deseamos. Más aún en regiones como Asturias, con un entramado de vía estrecha desfasado y sin mantenimiento y con acuciantes necesidades de alta velocidad.

Pero la prioridad debe ser otra. Ya invertimos fondos en el pasado en modernizar infraestructuras y conexiones; ahora se trata del largo plazo: formación, industria sostenible, conectividad digital y otros tantos asuntos que, si bien no tienen un efecto tan inmediato en la economía, son el pan de mañana. Los asturianos tienen, con razón, cierta desconfianza en la llegada de fondos de forma acelerada y estéril. Si cometemos los errores del pasado, no tendremos otra oportunidad.

El hecho de que las partidas importantes estén yendo a los grandes grupos tiene otra lectura. Las pymes y autónomos se están quedando fuera de juego; cuando hablamos de que los fondos lleguen a la economía real hablamos de esto. Que grandes grupos tractores liciten obras deja una estela de dinero en la industria auxiliar, pero eso no soluciona sus necesidades de adaptación al mercado global, digital y tremendamente competitivo en el que nos encontramos. Y el problema está en la información: apenas un 14% de las pequeñas empresas piensa acudir a estas convocatorias, al considerar que la burocracia va a suponer más problemas que beneficios. Una paradoja que nos puede lastrar fuertemente a corto plazo.

El informe de Hidalgo se publica días después de otro de la CEOE, y las conclusiones son similares. Las empresas tienen problemas para acceder a los fondos por la dispersión de las convocatorias; hay poco espacio para las inversiones innovadoras, autónomos y pymes son los grandes perjudicados y, además de anunciar PERTEs que aglutinen la inversión, resulta esencial supervisar su ejecución.

Si a esto le sumamos una administración y unos funcionarios sobrepasados por la creciente carga de trabajo que supone gestionar esta avalancha, pueden imaginar que el horizonte no es del todo halagüeño.

Hemos esperado año y medio para tener algo de luz sobre los fondos de recuperación. Y no, no ha sido gracias al Gobierno o a la coordinación de las administraciones. ¿Es muy revolucionario pedir que en la administración de nuestro país se tomen decisiones informadas? Con datos y análisis se pueden identificar cuellos de botella, carencias y posibles políticas públicas que ayuden a repartir de forma justa. No es cuestión de partidos, sino de Estado. No es cuestión de gastar lo que nos llega de Bruselas, sino de coger las riendas de nuestro futuro para que no lo hagan otros.

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