“Se vienen cositas”, afirmaba una emocionada y sobrepasada Chanel Terrero al hacerse con el billete que la llevará a representar a España en Eurovisión el próximo 14 de mayo en Turín. Además, añadía: “Eurovisión huele a Chanel”. Modestia aparte, la artista no se equivocó lo más mínimo. Y es que si algo marca la edición que estos días arranca (aparte del apoyo a Ucrania y el despunte de las candidaturas del Reino Unido, Suecia o la anfitriona Italia), es el fuerte olor a España. Una aroma olvidado, pero que este año cobra protagonismo más que nunca. El “Chanelazo” es una fragancia subyugante y embriagadora que combina esencias latinas con tintes “typical spanish” junto a una pizca de dulzor. Quizás, el resultado es demasiado comercial, pero, sin duda, penetrará en las pituitarias de miles de espectadores.
Eso sí, tampoco hay que venirse demasiado arriba. Es conveniente mantener cierta cautela para evitar el chasco que hace veinte años vivimos con “Europe’s living a celebration”, de “Rosa de España”. Ojo, Piano, piano y mucho cuidado con el “hype”.
De momento, sus ensayos ya en el Pala Alpitour de Turín (abanico en mano incluido) han disparado la popularidad de la hispano-cubana y la marca España crece como la espuma. Las casas de apuestas sitúan a Chanel en quinta posición.
Comienza Eurovisión. Cojan sitio y disfruten, que este año por fin daremos de qué hablar. Ojalá Chanel tenga razón. Pero más que “cositas”, que se vengan “cosotas”.
