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Eduardo Ciordia

Cuidadanía

La lucha por la dignidad en el nuevo modelo de cuidados

Hoy más que nunca hay que preguntarse qué queremos ser de mayores. No es una frase retórica. Es una cuestión incómoda que no interesa en la sociedad de lo instantáneo pero es una de las claves del futuro. En 2050 un tercio de la población española tendrá más de 65 años, es decir, más de 16 millones de personas. El cambio está servido: pasaremos de ciudadanos a cuidadanos.

España ha transitado de una sociedad de muchos hijos y vidas cortas a una de pocos hijos y vidas largas. Esta gran longevidad, la tercera mayor esperanza de vida del mundo solo por detrás de Japón y Suiza, conlleva una creciente necesidad de cuidados y la responsabilidad de su financiación, cobertura y calidad.

¿Realmente son esenciales los cuidados de larga duración para el Estado del bienestar? se pregunta Fernando Fantova, reconocido experto en la materia y ex viceconsejero del Gobierno vasco, “porque parece que las políticas de cuidados, a la hora de producir servicios concretos, pierden toda su riqueza en cuanto a humanización, solidaridad o cohesión social y se convierten en algo económico, mecánico y material”.

Para Fantova, “las personas que necesitan cuidados nos ponen ante el reto de reinventar nuestro modo de vida, porque no solo necesitan que limpien su entorno o colaboren en su alimentación sino sobre todo que les ayuden a sostener su mundo de sentido”.

Lo que está claro es que la pandemia ha hecho aún más evidente la urgencia de una transformación profunda de los cuidados. Asturias, al igual que otras regiones, acaba de poner en marcha su propio proceso con un análisis crítico del sistema y en busca de un nuevo modelo centrado en la persona. “Se trata de apoyar vidas que merezcan ser vividas y alejarse definitivamente de los rígidos funcionamientos institucionales”, dicen en la Consejería de Derechos Sociales.

Porque además ya se detecta un cambio en la percepción que tienen los nuevos mayores sobre la vejez. Se relaciona más con actividad, autonomía y libertad de vivir con quien uno elija. De hecho, la gran mayoría responde que prefiere el domicilio para pasar sus últimos años, según la consulta realizada para prever la demanda de cuidados.

La nueva estrategia asturiana se asienta en recuperar valores éticos para empezar a cambiar la mirada. Es imprescindible ver a los mayores con dignidad, vulnerables, con derecho a una vida con sentido, única, con sus propias necesidades y capacidades, interdependientes y en convivencia con su comunidad. Una visión muy distinta de la situación actual donde el trato impersonal, la soledad y el aislamiento han llegado a niveles preocupantes en algunos casos.

La propuesta recoge un centenar de medidas a desarrollar hasta el año 2027. Por ejemplo, dignificar el cuidado profesional en condiciones y salarios, detectar la fragilidad, teleasistencia avanzada, nueva figura del asistente personal, más opciones de elección, soluciones tecnológicas para las casas, centros más pequeños y hogareños, apoyo a cooperativas de viviendas, coordinación con el sistema sanitario, plan de atención personalizada, formación para cuidadores no profesionales, innovación en salud digital y planes de inspección de calidad, entre otras acciones.

Un reto ineludible de gran magnitud que requerirá la implicación de todos en la lucha por la dignidad de los adultos mayores. Un espíritu de movilización para que no sean olvidados como ya se vio en la campaña #SoyMayorNoIdiota que hizo reaccionar al Gobierno español y al sector bancario o la más reciente bajo el lema “Si no te cuidan que no hereden” para tratar de cambiar el Código Civil.

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