La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

La mancha humana

Víctor: “Cuando era niño tenía un sueño recurrente. O el sueño recurría a mí para divertirse, quién sabe. Soñaba que caminaba por un sendero de piedras luminosas de todos los colores. Menos el negro. Cada paso que daba arrancaba una nota musical. Era muy entretenido. Me sentía a gusto, feliz incluso, como cuando soñaba que estaba en el interior de mi madre disfrutando de mi vida antes de que me sacaran a la luz y me arrebataran el placer de sentirme único, confiado e invulnerable. Pero, de repente, el paseo se convertía en una pesadilla. Escuchaba un ruido desagradable que nunca había escuchado en la vida real, algo así como el llanto de un recién nacido mezclado con voces adultas nerviosas y truenos en la distancia. Angustia, nervios, tormentas. Me daba la vuelta y veía una mancha negra y convulsa que se acercaba. Más y más. A una velocidad tan grande que yo me hacía cada vez más pequeño, más pequeño y sin fuerzas para seguir caminando. Me detenía, exhausto y aterrorizado, y cerraba los ojos esperando que la mancha me engullera y me hiciera desaparecer. Justo cuando eso ocurría, me despertaba. Cuando volvía a tener la misma pesadilla, con ligeras variantes (a veces la mancha tenía la forma de un rostro humano, el matón del colegio que me golpeaba, mi tío Anselmo riéndose de mi timidez, mi padre oliendo a alcohol y ausencia, mi hermana empeñada en ridiculizarme ante los demás...), me repetía: esto no es verdad, es mentira, la mancha me atrapará y despertaré. Sí: aprendí a controlar mis sueños. Pero en la vida real nunca fue así. Nunca logré protegerme contra la mancha porque después de alcanzarme no desaparecía, seguía allí, llenándome de sombra y temor y abatimiento. Hasta que un día dejé de esperar y caminé a su encuentro. Y la mancha se asustó tanto que huyó de mí”.

Compartir el artículo

stats