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Solo una hipótesis, pero una hipótesis

Entre el conspiracionismo y la ingenuidad hay una línea intermedia difícil de recorrer, pues a un lado hay fieros tigres y al otro osos que abrazan. Viene esto a cuento del origen de la epidemia de viruela del mono. Es evidente que la humanidad, en especial la que forma parte del mundo desarrollado, ha hecho méritos sobrados para atraer enfermedades, tras haber desguarnecido las defensas del cuerpo con la drogadicción medicamentista (insuflada por el complejo médico-industrial) y con la ruptura de los equilibrios de la naturaleza; pero cualquier rebrote raro de enfermedades extintas en una parte del mundo debería ser investigado, preventivamente, con ojos de policía. Todas las potencias grandes y medias llevan muchas décadas preparándose para la guerra biológica y, aunque sea con fines defensivos, dentro de la defensa se incluye la disuasión, que como es sabido consiste en atacar.

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