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Javier Morán

A Divinis

Javier Morán

Diáconos y presbíteros

Presente y futuro de los ministerios eclesiásticos

Si algo aterra a un obispo es que llegue la festividad de Pentecostés y en la catedral de su diócesis se obtengan fotografías con un exiguo número de ordenandos o, peor aún, que ni siquiera haya motivo para que la cámara dispare. A continuación, la situación se derrumba del todo cuando es preciso el cierre del seminario diocesano.

El hecho no es infrecuente en los últimos lustros. Sin ir más lejos, las diócesis de Coria-Cáceres, de Plasencia y de Mérida-Badajoz, que es la capital eclesiástica de las tres, cerraron sus seminarios en 2021 y enviaron a sus candidatos a formarse en la diócesis de Salamanca.

Hacia 1990, tenía España cerca de 2.000 seminaristas, y 400 menos al cabo de 15 años. En el presente, la Conferencia Episcopal contabiliza 1.028 entre todas la sedes españolas.

Con una media de entre 20 y 25 seminaristas cada año, la diócesis de Asturias mantiene el tipo con moderado éxito vocacional. El emérito Gabino Díaz Merchán, se jubiló en 2002 con una media de unos 40 seminaristas. Hubo una reducción apreciable en tiempos de Carlos Osoro y hoy se ha remontado a la media antes citada.

Sin embargo, contra Asturias trabaja otra adversidad a razón de datos como estos: Barcelona, 216 parroquias y 200 curas en activo; Valencia, 640 parroquias y 500 curas; Madrid, 474 templos y 600 sacerdotes; Asturias, ¡934 parroquias y 104 sacerdotes en activo!

Por tanto, la posibilidad de que el recambio generacional de sacerdotes cubra el descenso de efectivos es verdaderamente limitada.

Pero esto es lo que hay.

Ayer, jornada de Pentecostés, recibieron la ordenación en la Catedral tres presbíteros, David, Pedro y Natanael; más cinco diáconos transitorios –que el año que viene podrán ser sacerdotes–: Alfonso, Jesús, Javier, Steven y Camilo. A ellos se sumaron dos laicos casados, Enrique y Ángel, que con su ordenación como diáconos permanentes comenzarán a colaborar en sendas parroquias en el ministerio de la palabra (Evangelio, predicación y enseñanza de la fe), y el ministerio sacramental del bautismo y del matrimonio, además del rito de difuntos. Pueden desempeñar en las parroquias tareas de caridad, administración, etcétera.

En consecuencia, la foto de ayer en la Catedral fue nutrida, pero es la ordenación de diáconos permanentes el dato más relevante. Desde hace cinco años recibieron dicha ordenación 14 laicos y en este momento, el rector del Seminario, Sergio Martínez Mendaro, realiza el seguimiento de otros tres candidatos, así como de seis aspirantes al sacerdocio que podrían ingresar en septiembre en dicho centros de formación.

Hace 50 años, la diócesis de Sevilla inicio la formación de diáconos permanente y hoy cuenta con 61; Barcelona, con 49, y Madrid, con 38, son las siguientes en el ranking.

Los diáconos permanentes, que reciben tres años de formación reglada en Ciencias Religiosas, serán junto a sacerdotes, laicos, religiosas y religiosos (todos ellos tal vez en número pequeño), los que formen parte en el mañana de los equipos de pastoral que tendrán que trabajar con varias parroquias.

Y las diaconisas, ¿para cuándo? Asunto duro. Sorprendentemente, la Iglesia no ha creado todavía ningún ministerio –que no sería exclusivo, ni sujeto al sacerdocio durante un tiempo impredecible–, para el grupo más numeroso, trabajador, constante, abnegado y leal de la feligresía cristiana.

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