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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

El encanto de la zarzuela

La Gala lírica del Festival de Teatro Lírico Español fue un éxito gracias a su estelar trío de cantantes

No es frecuente encontrar sobre el escenario a tres intérpretes de este calibre, pero Oviedo parece ser a la música lo que “Macondo” o “Comala” al realismo mágico, es decir, ese espacio donde todo puede ser posible. Voces bien timbradas y romanzas populares e indispensables en la historia de la zarzuela para una ciudad donde la lírica es religión: una cita ineludible para acudir al Campoamor.

El encanto de la zarzuela

El barítono Carlos Álvarez se exhibió durante la primera parte. De donjuanesco capitán Leonello en “Junto al puente de la peña” a mecánico enamorado en “Quién es usted” (de “La del Manojo de rosas”, zarzuela en la que ha destacado durante los últimos años), con su voz siempre impostada y bien timbrada, con toda la elegancia que le permite su fiato en unos fraseos especialmente atractivos. La segunda mitad puso de manifiesto la fragilidad del instrumento vocal, pero el malagueño se sobrepuso con muchas tablas y, eso sí, algo mermado, afrontó con mucha profesionalidad sus intervenciones restantes. Al final, en agradecimiento al reconocimiento de público, orquesta y director, afrontó con valentía, en solitario, un expresivo “Qué me importa ser judío”, a modo de propina.

Jorge de León se llevó, merecidamente, los mayores aplausos. Sus interpretaciones del “No puede ser” y “Hecho de un rayo de luna” fueron, simplemente, extraordinarias. Cuidando la emisión, con unos agudos afilados y bien timbrados, exhibió su plenitud vocal, manejando el volumen y la posición de la voz con mucha inteligencia y cosechando innumerables “¡Bravos!” por parte del público.

Por su parte, Rocío Ignacio mantuvo un nivel notable en “Yo quiero a un hombre” y “Mulata infeliz”, optando siempre por el registro de cabeza, pero mostrando unos graves naturales muy convincentes. De timbre metálico y un vibrato que, en ocasiones, no favorecía la dicción, destacó en los dúos de “Luisa Fernanda” (“Caballero del alto plumero”) y La Revoltosa: dos ejecuciones con mucho criterio, muy aseadas y bien moldeadas.

La Orquesta “Oviedo Filarmonía” fue la otra gran triunfadora de la velada. Arropando en todo momento a los artistas y brillando en los preludios de “La Revoltosa” y “El Bateo”, con unas intervenciones muy matizadas y una espléndida sonoridad. Óliver Díaz, gran conocedor de este repertorio, supo extraer todo el potencial de los líricos y la agrupación ovetense con pericia, redondeando una gala llena de complicidad que se tradujo en una gran fiesta de la zarzuela.

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