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Alianza Atlántica

Más OTAN con permiso de Trump

Ya no queda rastro del buen clima de la cumbre de Lisboa en 2010, en el que Washington y Moscú caminaban de la mano frente al terrorismo internacional

Un momento de la cumbre de la OTAN en Madrid. EFE

La OTAN, resucitada por Vladímir Putin, ha sentado las bases de su estrategia para la próxima década. Habrá más tropas y armas en Europa para frenar a Rusia. Ya no queda rastro del buen clima de la cumbre de Lisboa en 2010, en el que Washington y Moscú caminaban de la mano frente al terrorismo internacional. Ha empezado una nueva Guerra Fría que incluye el riesgo de que acabe en Tercera Guerra Mundial. La única ventaja es que sería la última.

Planificar a diez años parece hoy un acto de fe, casi una temeridad. ¿Llegaremos a 2032 con los retos políticos, militares, económicos y climáticos actuales? Más allá de los riesgos obvios, hay una fecha anterior que determinará el futuro de todos: el 5 de noviembre de 2024. Ese día, EEUU elegirá presidente. Si optara por Donald Trump -o alguien peor, que los hay-, el enemigo estaría dentro. Putin habría ganado dos guerras en una, y dejado Europa expuesta a sus ambiciones territoriales. La UE no tiene, de momento, una capacidad de defensa creíble sin el paraguas estadounidense. Trump maltrató a la Alianza Atlántica durante su mandado, harto de que su país pagara las facturas de la seguridad europea, lo que es verdad: cerca del 70% del presupuesto.

En 2016, el expresidente proclamó en un mitin: "Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos". Fue cierto hasta esta semana. Ahora está en el epicentro de un huracán de fuerza cinco que puede impedirle ser candidato, o conducirle a la cárcel. El testimonio de Cassidy Hutchinson ante la comisión parlamentaria que investiga el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020 ha sido demoledor. Fue mano derecha del jefe de Gabinete de Trump, alguien que estaba cerca del Despacho Oval. Es una voz autorizada.

 Acompañar a la turba en limusina

Dijo que el presidente sabía que sus seguidores estaban armados, pero no le importó porque no estaban ahí para hacerle daño. Incluso trató de acompañarles (o liderarles) desde su limusina hacia el Capitolio, pero el servicio secreto lo impidió por su propia seguridad. Un Trump colérico se aferró al volante e incluso agarró por el cuello al agente que se lo negaba. Es la imagen de alguien que puso en peligro la democracia de su país y la seguridad internacional.

¿Cómo van a reaccionar los republicanos que le jalearon, y aún le jalean, o que callaron por cobardía? No parece el mejor cartel para las legislativas de noviembre de este año, en las que Joe Biden se juega el control de las dos cámaras y no vivir los dos años que le quedan cautivo de los planes de una derecha extremada.

Los republicanos también deberán enfrentarse en las urnas a las consecuencias de la sentencia del Tribunal Supremo que da libertad a los Estados para prohibir el aborto. Hay millones de mujeres en pie de guerra.

 EEUU es el pilar de la OTAN, su creador en la Conferencia de Washington en 1949. Su objetivo era frenar el expansionismo soviético, que se había hecho con el control de Europa del Este tras liberarla del nazismo. Fue un instrumento de la Guerra Fría basada en el terror nuclear, un periodo gobernado por tres letras: MAD (Destrucción Mutua Asegurada). Que nadie pudiera ganar una guerra atómica era la garantía de que nadie la empezara.

El resurgimiento de la Alianza Atlántica

La OTAN quedó en el limbo tras la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, y el rápido colapso de los gobiernos comunistas europeos y de la disolución de la URSS en agosto de 1991. Llegaron las guerras de la exYugoslavia en la primer mitad de los noventa. La OTAN intervino al final, en 1995, y en Kosovo, en 1999. El error fue no haberlo hecho antes, en 1992, cuando estalló la guerra en Bosnia-Herzegovina. Nos hubiéramos ahorrado más de 100.000 muertos, decenas de miles de mujeres violadas, limpiezas étnicas y el genocidio de Srebrenica.

 EEUU arrastró a la OTAN a Afganistán e Irak tras la invasión para mantener la paz donde no había paz. El ataque a la Libia de Gadafi fue la demostración más clara de que no había nadie sensato al volante, Washington empujaba a Europa a guerras que no le convenían. China no es un rival político y militar de la UE, solo un gran socio comercial.

La invasión de Ucrania dio un vuelco al escenario. La OTAN es el único instrumento eficaz a corto y medio plazo para evitar que Putin cruce una raya roja en los países Bálticos o en Polonia. EEUU apuesta por este país díscolo dentro de la UE para crear un nuevo centro de mando militar. La entrada de Suecia y Finlandia podría ayudar a europeizar el mando de la Alianza.

El problema no está en el número de socios, 32, ni en su continente de procedencia, sino en quién paga la cuenta. Para reducir el peso de EEUU hay dos caminos: aumentar la aportación al presupuesto hasta el 4% del PIB y reducir la de EEUU o crear unas Fuerzas Armadas Europeas. En un mundo en arrebato, la defensa saldrá cara. EEUU vive en una contradicción: la necesidad de ser imperio global y su sentimiento de isla. Europa tiene la suya: disponer de un Estado del bienestar con una sanidad pública impensable en EEUU sin gastar más en su defensa en un planeta que galopa hacia el abismo.

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