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Jorge J. Fernández Sangrador

Mi nombre es Nadie

Memoria de una extensa relación con el articulismo

Hace treinta años que escribo en periódicos. Mi primeros artículos aparecieron en LA NUEVA ESPAÑA y en la hoja diocesana de Asturias "Esta Hora". Fui durante bastante tiempo columnista semanal de El Comercio y mensual de la revista Vida Nueva. Y tuve colaboraciones ocasionales en el ABC, La Razón y L’Osservatore Romano.

Desde enero de 2016 envío semanalmente un artículo a LA NUEVA ESPAÑA, manteniendo el ritmo con regularidad, salvo en un período de tiempo en el que hice una pausa con el fin de poder revisar los ya publicados y agavillarlos en un libro. Este que firmo hoy hace, en estos últimos seis años en que escribo de continuo, el número doscientos sesenta y cuatro.

La Fundación Cultural "Ángel Herrera Oria" me ha concedido el Premio de Periodismo que lleva el nombre de esa egregia figura de la Iglesia en España por varios artículos que publiqué, en 2018 y 2019, en este periódico. Han contribuido, por lo visto, a "difundir, extender y destacar, hechos, acciones u opiniones que entroncan o encuentran su razón de ser en los principios y valores de la Doctrina Social de la Iglesia".

La placa y el diploma acreditativos del Premio me fueron entregados el pasado miércoles, 29 de junio, en la Universidad CEU San Pablo de Madrid. El acto, que debía haber tenido lugar en 2020, no pudo realizarse en su momento a causa de la pandemia provocada por el coronavirus.

Me produce una satisfacción inmensa el que, con la concesión de este galardón, se me asocie de alguna manera a la persona y a la obra de Ángel Herrera Oria, abogado, primer presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, fundador de la Editorial Católica, director del diario El Debate, obispo de Málaga y cardenal de la Santa Iglesia Romana. En 1996 se abrió el proceso para su canonización.

Y no puedo menos que manifestar públicamente mi gratitud hacia la Fundación, porque me ha premiado a mí, que no soy nadie en el periodismo. Tan solo un modesto diletante. Pero, eso sí, de la "gens" de la innumerable multitud de colaboradores en los periódicos, sobre todo en provincias, que los sostienen con sus columnas espontáneas y plenas de convicciones, su estilo y su desinteresada constancia. Y, además, los compran y los leen, cosa que ya no hace ni el más reconocido "dir.com" de la más prestigiosa empresa de lo que sea.

Es tanto, tanto, lo que se hace por el periodismo, sin ser de los que viven de él, en las regiones periféricas de España, que ya va siendo hora de que se reconozca, se agradezca y se premie. Hay un periódico de escala nacional que suplica que se le envíen artículos de opinión, porque cada vez hay menos gente dispuesta a hacerlo. Así que ¡gracias! a la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria por fijarse en quien, en el periodismo, no es nadie.

Y no tengo reparo en confesarlo porque hace ya mucho tiempo que hizo mella en mí lo que William Shakespeare puso en boca del protagonista de la "Vida y muerte de Ricardo II": "Ni yo ni hombre alguno, que no sea más que hombre, se satisfará con nada hasta que se contente con ser nada".

Y en la "Odisea", ante la pregunta de Polifemo, que quiere saber cómo se llama Ulises, éste le responde: "Mi nombre es Nadie; y Nadie me llaman mi madre, mi padre y mis compañeros todos". Pues ese es también el mío en los ámbitos del periodismo: Nadie.

Y es por ello por lo que reitero mi agradecimiento a la Fundación Cultural "Ángel Herrera Oria" en nombre de cuantos, aunque ocupados, en la vida ordinaria, en tareas que nada tienen que ver con las del gremio de los periodistas, encuentran tiempo para salir "motu proprio" en la prensa diaria a defender ideas, a contar cosas, a denunciar injusticias y arbitrariedades, a poner criterio y sensatez en la confusión, a aportar datos ilustrativos, a decir lo que sea, a intentar expresarlo bellamente y a hacerlo, como deseaba Ángel Herrera Oria, con corazón y pensando, con voluntad de verdad, en el bien común.

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