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Ángel Jiménez Lacave

Aborto: persona, animal o cosa

A propósito del descenso de la población en Asturias

A finales de junio del 2022 tuvo lugar en Oviedo una reunión organizada por un grupo de trabajo con la intención de estudiar el descenso de la población en Asturias. Tras varias intervenciones, alguien expuso que por causa de los abortos dejaron de nacer unos 10.000 asturianos en los cinco últimos años. Inmediatamente, uno de los presentes comentó que el aborto era un derecho.

Estoy convencido de que el que emitió este juicio no se refería a que una madre tiene derecho a matar a su hijo, porque supongo que piensa que, en realidad, una embarazada lo que tiene en sus entrañas no es un hijo, sino un acúmulo de células, un tejido o, en todo caso, un ser vivo, pero no humano; y, por lo tanto, realizar un aborto no se puede comparar con matar a un hijo. Este artículo intenta, a la luz de la razón, dilucidar si el que va a nacer es un ser humano o no.

Ser humano y persona son sinónimos, son dos modos de referirnos a ese ser que somos nosotros mismos. Por ello, en este artículo he utilizados ambos términos indistintamente.

Los partidarios del aborto no tienen un mismo criterio a la hora de precisar cuando se genera un ser humano. Para la mayoría de ellos el ser humano se genera cuando nace. Recientemente mantuve una conversación con una persona que me estuvo hablando de su niñez y de su juventud. Como era partidaria del aborto le pregunté si pensaba que a pesar de los cambios físicos, intelectuales y culturales que experimentó en el transcurso de su vida, seguía siendo la misma persona (el mismo sujeto de todas sus acciones) que cuando era niña, y me dijo que si. Sin embargo, al preguntarle si pensaba que antes del parto también era la misma persona, me contestó que como no había nacido no era aún una persona (un ser humano).

Llegado a este punto tuve que explicarle que la ciencia, en este caso la embriología, nos enseña que antes del parto lo / el que está a punto de nacer tiene todo su organismo conformado y funcionando igual que después de nacer, y que la única diferencia radica en que antes de nacer el oxígeno le llega a través de la sangre de la madre (por la placenta) y, en cambio, después de nacer le llega del exterior. No es de extrañar que esta persona tuviese la idea previa de que es al nacer cuando comienza la vida, pero una vez enterada de que antes del parto, lo / el que va a nacer no es algo inerte, se convenció de que, también antes del parto hay vida, y, por lo tanto, también en su caso era un ser humano antes del parto, pues era biológicamente el mismo ser que después del parto.

Pero hay un gran número de proabortista que sostienen que el paso de ser una estructura celular, tisular o viva, a ser un ser humano ocurre mucho antes del parto: a los 14 días del comienzo del embarazo, cuando comienza el latido del corazón, cuando el feto se hace viable, etc.

Hoy sabemos que la vida comienza en el momento en que se finaliza el proceso de unión del componente del gameto masculino (espermatocito) con el gameto femenino (ovocito) conformando una nueva estructura con un nuevo ADN –la llamada molécula de la vida–, y, por consiguiente, la vida de un nuevo ser. Hay mucha gente que cree que lo que se origina en dicha unión es una célula. Es bien sabido que una célula solo cumple la función que le corresponde al órgano donde se asienta, y, si se divide, el resultado son dos células con la misma misión.

Sin embargo, lo que se genera en esa unión, llamada convencionalmente concepción, es una nueva estructura "totipotencial" con una dinámica propia de un genoma humano ( código de barras único e irrepetible) que contiene en potencia todo el desarrollo de las estructuras de un nuevo ser de la especie humana. Por no alargar el escrito no entro en más detalles de biología molecular que desmienten científicamente la falacia del "preembrion" y el constructo hipotético de la gemelacion tardía (Ver libro de Gonzalo Herranz, "El embrión ficticio").

Si el argumento biológico por el que se genera un ser humano en el momento de la concepción no convence a los proabortistas y siguen insistiendo en que se genera en un determinado momento del embarazo, solo les queda explicarlo recurriendo a un fenómeno no biológico, sino metabiológico (¡metafísico!) como la encarnación de un alma, una transubstanciación (cambio de un ser a otro ser) o alguna otra intervención supra o sobrenatural que explique el cambio de especie, cosa totalmente irracional.

En conclusión, si se parte de la premisa de que los adultos somos seres humanos y si los silogismos utilizados en este escrito son correctos, a partir de ahora, el que diga que el aborto es un derecho lo que está afirmando es que una madre, en este caso una embarazada, tiene derecho a matar a su hijo.

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