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Carmen Suárez Suárez

Las reflexiones asturianas de Concepción Arenal

Los cinco fructíferos años que la pensadora pasó en la región sin dejar de trabajar en sus ensayos sobre Derecho Penal

Decidme cuál es el sistema penitenciario de un pueblo y os diré cuál es su justicia.

Concepción Arenal (1820-1893) estuvo en Gijón entre 1875 y 1879, cinco años en los que trabajó en sus ensayos más significativos sobre la doctrina jurídica. Arenal, a fecha de 1875, había sido testigo de momentos históricos trascedentes, en los que liberalismo político construía su hoja de ruta. España aún era un país, en parte, anclado en el Antiguo Régimen y en donde el reparto de poder y privilegios se dirimía a través de las armas y de los pronunciamientos militares. Había contemplado una revolución que expulsó a una reina (Isabel II), una Primera República, la llegada de un nuevo rey (Amadeo de Saboya) y, finalmente, una nueva "restauración de los Borbones" (Alfonso XII).

Desde 1875 vivía en Gijón con su hijo Fernando García Arenal (1852-1925), ingeniero jefe de las obras de "los puertos". El Musel estaba en fase de planificación desde 1870, pero sin impulso constructor. Fernando presentó, en 1879, un proyecto de ampliación y mejora para el puerto local. Estos cinco años en nuestra ciudad fueron escenarios de conflictos y disputas entre muselistas y apagadoristas, nuevo puerto o mejoras en las dársenas. No cabe duda que estos hechos repercutieron en la vida profesional de Fernando García, pero también en la familiar. De igual manera, fue sensible a la situación social en la ciudad de Gijón. Sus "Datos para el estudio de la cuestión social. Información hecha en el Ateneo-Casino Obrero Gijón", muestran la sensibilidad de un observador, que compartiría con su madre la necesidad de mejorar la vida de la ciudad y de sus habitantes.

Concepción Arenal trabajaba en Gijón en sus ensayos más emblemáticos sobre el derecho penal. Lo hacía para dar por finalizados tres ensayos: "Estudios penitenciarios" (1877), "Las colonias penales de Australia y la pena de deportación" (1877) y "Ensayo sobre el derecho de gentes" (1879). Constituyen estas obras la principal doctrina jurídica penalista, una trilogía, que emanaba de una voz a la que "nadie escucha", según Arenal, pero cuyas obras hicieron visible su pensamiento propio, el de la principal escritora y ensayista del siglo XIX.

"Estudios penitenciarios" recoge una síntesis de algunos de sus trabajos anteriores y, sobre todo, explica, con claridad, cómo debería ser una verdadera reforma penitenciaria en un país como el nuestro. La tesis del ensayo consistía, entre otros aspectos, en resaltar la necesidad de potenciar una ética personal, formar a las personas en principios de verdad, de solidaridad, de obrar el bien. La persona delincuente debe expiar su falta, pero la Justicia debe ser reparadora. En 1875, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas había convocado un concurso sobre el tema: "¿Convendría establecer en las islas del Golfo de Guinea, o en las Marianas, unas colonias penitenciarias, como las inglesas de Botany-Bay?" Concurrió Arenal con el ensayo "Las colonias penales de Australia", afirmando con rotundidad lo que supondría el gran error de habilitar colonias penitenciarias. En "Ensayo sobre el derecho de gentes" disertó sobre la concepción universal de la Justicia y la necesidad de un marco internacional que acogiera los derechos humanos básicos para todas las naciones. El Derecho debía ser la regla de la justicia, frente a la guerra que era una solución de violencia y destrucción.

También escribió Arenal, y concurrió, con un ensayo sobre Benito Jerónimo Feijoo, con motivo del bicentenario de su nacimiento (1676). El jurado no logró decidir sobre si premiar el estudio crítico con la obra de Feijoo, o un texto con un contenido más literario. En realidad, debía dirimir entre Concepción Arenal o Emilia Pardo Bazán, respectivamente. La recurrencia a una autoridad académica, como la Universidad de Oviedo, inclinó la balanza hacia doña Emilia. Arenal sufrió una decepción porque había trabajado mucho en este ensayo. También hubo alegrías.

La Real Academia de Ciencias la distinguió en el caso de "Las colonias penales". En el Congreso de Estocolmo (1878), sobre doctrinas penitenciarias, se vieron reflejadas algunas de las aportaciones que había enviado. Sin estar presente físicamente, sí lo estuvo con sus ideas. No acudía a los congresos, nunca salió de España, pero sus ensayos llenaban de conocimiento y sabiduría y alumbraban las ideas "regeneradoras": cómo comprender y abordar la delincuencia, cuáles eran sus causas y cómo hacer prevención para evitarla, racionalizar las leyes, elaborar códigos con delitos tipificados y calificación de penas, encontrar la justa proporción para imputar los delitos y/o faltas. La clave era la igualdad ante la ley y la exigencia de leyes justas y morales. En 1879, Concepción Arenal parte hacia Madrid, mientras, Alfonso XII pone la primera piedra para la Cárcel Modelo de esta ciudad, en cuyo frontispicio figuraba: "Odia el delito y compadece al delincuente".

En Asturias quedaron muchas reflexiones en sus escritos, traspasaron el tiempo y hoy nos alumbra la ejemplaridad de sus insignes aportaciones.

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