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José Martínez Jambrina

Alfredo Díaz: un recuerdo

Sobre el conocido psiquiatra, que falleció el sábado a los 86 años

El pasado sábado, día 6 de agosto de 2022, falleció a los 86 años de edad don Alfredo Díaz González, médico psiquiatra. Alfredo, como le conocíamos, se había jubilado 20 años atrás. Tal vez por ello su nombre no sea familiar a las nuevas generaciones de profesionales. Además, el vértigo en el que vivimos en estos tiempos tan idiotas no permite la apreciación de los valores que puede aportar un compañero en el trabajo y mucho menos mantenerlo en el recuerdo a largo plazo. Pero Alfredo Díaz fue un médico importante. Y un gran psiquiatra

Alfredo Díaz: un recuerdo

Mi relación con Alfredo fue un poco especial. Porque con él vi los primeros pacientes cuando empecé mi formación MIR en Asturias, recién pasados los fastos de 1992, el año en el que lo descubrimos todo aunque algunos no nos enterásemos de nada.

Alfredo fue, como suele decirse, mi primer tutor en esto de ser psiquiatra. Con él aprendí las primeras letras de este endiablado idioma fabricado en Babel con el que trabajamos. Tuve suerte porque el maestro tenía un buen bagaje de conocimientos, una formación amplia y rocosa, cincelada con la experiencia de miles de pacientes tratados. Creo que si hay una especialidad médica en la que el primer año de formación es especialmente importante es la Psiquiatría. Son demasiados cambios y muy relevantes los que hay que asumir para no salir por piernas de este gremio antes de haber ingresado. Yo tuve la suerte de tener al lado a Alfredo Díaz González, con una formidable pasión por la psiquiatría que supo transmitirme día a día. Pero más importante fue que me explicó claramente los duelos que iba a tener que afrontar, las pieles del pasado que iba a tener que dejar por el camino y sobre todo, que solo podría ser psiquiatra si estaba dispuesto a adquirir e integrar conocimientos de muchas otras disciplinas distintas de la Medicina: "… Y tendrás que leer mucha filosofía, psicología, sociología, antropología, psicoterapia, etc., si quieres hacer bien tu trabajo". Creo que le hice caso. Y ahora pienso y repito aquellas palabras de Alfredo Díaz que solía concluir con su afirmación de que "nadie es más intensamente médico que un psiquiatra aunque muchos se esfuercen por demostrar lo contrario".

Alfredo Díaz fue un buen maestro. Fue un excelente compañero. Un hombre educado y respetuoso en el trato con los pacientes y sus familiares a quienes siempre prestó la mejor atención posible. Siempre antepuso la responsabilidad y el funcionamiento del Servicio a su comodidad o su ego. Supo ser discreto sin caer en la empatía hipócrita de los psicópatas. Supo irse cuando le correspondió y despedirse cortésmente. A fin de cuentas, su competencia profesional y humana le había permitido lograr que, en su caso, las palabras y los hechos siempre fueran de la mano.

Ya jubilado mantuvo el contacto con sus excompañeros. Casi todos los meses de junio solía acudir algún rato al simposio que organizamos en Avilés. Y nos hacía reír porque era como Benjamin Button: casi siempre aparecía con un aspecto más joven que el del último año.

Como me enseñaste, ahora recuerdo el verso del "Ars Moriendi", de Manuel Machado: "Madre, para descansar, morir". Queda en paz, Alfredo.

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