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Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

La suerte os sienta tan bien

Los pequeños placeres proporcionan a veces los mayores alivios. Hay personas que se gastan unos euros a la semana en un sorteo de lotería (primitiva o sofisticada) con la certeza casi absoluta de que nunca les tocará un premio que les saque de su escualidez económica, como mucho el reintegro o unas cantidades irrisorias que, al menos, permitan participar en más intentos sin que te cueste dinero. Esas pequeñas ilusiones garantizan, al menos, unos segundos de expectación que siempre viene bien para encarar las ru(ti)nas cotidianas. Incluso, en los casos más imaginativos y pertinaces, el juego puede durar horas y mientras la vida pasa y pesa hay tiempo de sobra para imaginar situaciones rechonchas por venir. Cambiar el coche ya renqueante por ese híbrido al que solo le falta aprender a cocinar (porque hablar ya habla). Abandonar el piso al que no paran de salirle achaques por una casita con un pequeño jardín en las afueras. Cancelar la maldita hipoteca, permitirse un viaje más allá de las fronteras: ese crucero por los fiordos noruegos que tantas veces se ha hecho con la imaginación leyendo los catálogos de la agencia de viajes, tres semanas en Nueva York o una por los castillos del Loira, y qué me dices de Japón o Canadá. ¡La India!

Luego llega la hora del sorteo: abrir la página de internet con los resultados e ir comprobando las apuestas en las que se ha dejado que una máquina decida por uno o en las que se ha invertido parte de la intimidad: el cumpleaños de los nietos, el día que murió la hermana, la cifra de la matrícula... La suerte no sienta bien a quien la suplica y el número de decepciones es incomparablemente mayor que el de esperanzas satisfechas. Como la vida misma. Pero se sigue jugando y crucificando casillas aunque se sepa que el bombo no te va a hacer caso.

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