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Martí Saballs

Si Alemania estornuda...

La crisis económica europea

Pasado, presente y futuro de la economía de la Unión Europea (UE) dependen de Alemania. Si este país estornuda, el resto puede acabar pillando una gripe. Si Alemania pilla la gripe, el resto podemos acabar con pulmonía. Por esta razón, superado ya el ecuador de agosto, cualquier noticia económica procedente de Alemania se está analizando con especial atención. El peso germano en el PIB de la UE es del 25%: 3,6 billones de euros. En la UE solo hay cuatro países que superen un billón de euros en PIB. Tras Alemania, la locomotora, se suman Francia, Italia y España. Los cuatro representan un 63% de la economía de la Unión.

Eurostat, la oficina de estadísticas de la UE, ha dado a conocer que en el segundo trimestre del año la economía alemana no creció. Por comparación, el conjunto de la UE creció un 0,6%. España, con un incremento del 1,1%, destacó entre los países alcistas. Polonia, con un decrecimiento del 2,3%, fue el peor entre los 27, siendo el más perjudicado por la invasión rusa a Ucrania.

Está descontado por los economistas de todos los colores que la economía alemana caerá en el tercer trimestre. Una gran mayoría sostiene que esta será la pauta hasta fin de año. De forma oficiosa, expertos e instituciones internacionales consideran que dos trimestres consecutivos de color rojo pueden catalogarse como recesión, aunque para ello deba tenerse en cuenta que exista una constante en la pérdida de empleos. Los índices de confianza de los consumidores también decaen. Uno de los indicadores más seguidos, el precio de la vivienda, ha sufrido el peor registro desde 2012: ha bajado un 1,94%. Es un barómetro infalible para anticipar evoluciones. Otro que sirve para entrever expectativas es el mercado financiero. Desde máximos en diciembre de 2021, el índice Dax de la bolsa alemana ha caído un 14%. Todos los factores negativos están sumando. Desde la repercusión de la guerra en Ucrania en la política energética del país hasta la sequía, que está empezando a afectar al importante tráfico fluvial, clave del transporte de mercancías en el país centroeuropeo. La coalición tricolor que manda en Berlín, formada por socialistas, verdes y liberales, intenta buscar soluciones por lo que se viene encima e intentar apaciguar el ritmo de la caída. Por el lado de la energía, a corto plazo, ante la previsión del corte de suministro ruso en invierno, con nuevas medidas, entre ellas fiscales, que faciliten el ahorro. A largo plazo, finalmente ha despertado el interés alemán por reiniciar la construcción del gasoducto Midcat, que permitiría crear una autopista de gas a través de España y Francia hacia al norte de Europa. Por el lado fiscal, el Gobierno germano quiere reducir la mayoría de los tramos impositivos por ingresos de tal forma que supondría una bajada generalizada de 10.000 millones. Es la manera alemana de entender que bajando impuestos los ciudadanos tendrán más dinero en el bolsillo, que les permitirá poder enfrentarse a la inflación con más recursos.

El riesgo alemán puede sentirse con especial énfasis en España, donde seguimos brindando por la resurrección más que deseada del turismo. Alemania, alrededor de 34.000 millones de euros en 2021, es el segundo país al que más exporta España tras Francia. El sector del automóvil representa un 20% de estas exportaciones. Mala noticia si los alemanes compran menos coches fabricados en este país. Hay que anticipar la realidad y esperar que Alemania solo estornude.

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