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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

El agosto de los políticos

El disparate de considerar inhábil un mes entero y cerrar un país por vacaciones

Qué nadie se escandalice. No se trata de quitar las vacaciones. Pero paralizar un país durante 31 días se antoja una costumbre trasnochada. Por lo menos, discordante con la realidad de un mundo que no se detiene porque estemos veraneando, como bien hemos visto este mes de agosto. Hay razones que pudieran justificarlo, como el calor, de ahí que en Italia se siga practicando el ferragosto, o la coincidencia con las vacaciones escolares. Pero no se puede cerrar un país por vacaciones.

La actividad política se detiene, salvo honrosas excepciones, que es justo mencionar. Este mes han sido algunos presidentes autonómicos los que se han puesto al mando, a falta de una autoridad superior. Como Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, al que los terroríficos incendios han obligado a estar al pie de cañón. O nuestro Adrián Barbón, que no ha habido día que no apareciera en el periódico, desplazándose de extremo a extremo del Principado, bien es verdad que normalmente por motivos festivos.

El Gobierno central se ha tomado más en serio las vacaciones. El presidente ha hecho unas pocas apariciones esporádicas, pero los ministros han brillado por su ausencia. Los socios del Gobierno, Podemos, lo dejaron bien claro a primeros de mes con un vídeo difundido a través de las redes sociales. Se ven dos pies desnudos, moviendo rítmicamente los dedos sobre la playa, frente a un paradisiaco mar en calma. El texto que lo acompaña dice así: "Esa sensación cuando estás en la playita en tu toalla, oyendo las olas, y piensas qué a gusto estoy, si es que qué más se puede pedir…".

Es cierto que al final del vídeo le mandan un recado al Gobierno, del que forman parte, para que no se relaje demasiado. "... Bueno –continúa el spot–, pues se puede pedir una reforma fiscal para que, de una vez, los ricos empiecen a pagar lo que les corresponde, que ya es hora, y una ley de familias, con su renta crianza, que tengas un apoyo si tienes hijos, y un sistema estatal de cuidados. Que hace mucha falta. Coger fuerzas para seguir haciendo fuerza".

El balance de este agosto que termina no ha podido ser más desolador, playas y chiringuitos aparte. El IPC se ponía en 10,8 por ciento, batiendo un nuevo récord. Se han producido los incendios más devastadores que se recuerdan. La mayor ola de calor de la que hay constancia ha provocado más de 2.000 muertes. La guerra ha seguido en Ucrania –ya seis meses y 9.000 ucranianos muertos– y el olvidado virus no se ha acabado de marchar.

Los que hemos disfrutado en agosto de Madrid –que, por cierto, ya no es Baden-Baden, como decía Francisco Silvela hace un siglo– hemos tenido la oportunidad de ver cómo todo se paraliza. Las urgencias médicas, colapsadas, tardan horas en atender a los pacientes. Los transportes públicos circulan con frecuencias eternas. Las gestiones administrativas, paralizadas. El "llame usted en septiembre" es la frase más pronunciada en los teléfonos de atención al ciudadano. Mientras, Díaz Ayuso, previsora, adelantó las vacaciones al 23 de julio y volvió a Madrid el día 15 para reaparecer en la verbena de la Paloma.

Madrid se vacía en agosto, dice el tópico, pero quienes se quedan también merecen atención. El paisanaje urbano está compuesto este mes por ancianos imposibilitados, a quienes sus mucamas sacan a la calle incluso en plena ola de calor; empleados de los supermercados, que se afanan en cambiar todos los productos de sitio para que, cuando vuelvan los compradores, no encuentren nada y tengan que recorrer la superficie entera; albañiles ultimando las obras de los nuevos establecimientos, en los que predominan, por cierto, los dedicados al culto al cuerpo (depilación, uñas, bronceado, gimnasios…); y, por supuesto, los nuevos parias, los mensajeros que, ni con cuarenta grados a la sombra, dejaban de abastecer a los ermitaños perezosos, ocupados en maratonear series.

La polémica de final de mes la protagonizaba, también aquí, la primera ministra finesa, Sanna Marin, al difundirse un vídeo en el que se desmelena en una fiesta. ¿Tienen derecho los políticos a una vida privada? Al contrario que en el caso de Boris Johnson, han sido mayoría los que han defendido que sí tienen derecho a la intimidad, como todo ser humano. Pero ningún político debería olvidar que, mientras ejerce su cargo, ya sea bailando o mirándose los pies en la playa, es responsable las 24 horas de cada día. Y eso, en el caso español, debería incluir el mes de agosto.

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