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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Génova y el psiquiatra

La psiquiatría debería someter a estudio las pulsiones caínitas que funden los fusibles de los populares y los enzarzan en una locura inaudita de guerra sin cuartel cada vez que se aproxima una cita electoral en las que se anuncian opciones de victoria. Ya ocurrió en dos ocasiones en las que el partido saltó por los aires a cartuchazos de dinamita. Vuelven a sonar tambores que anuncian una tercera guerra civil que amenaza con arrasar el suelo de la derecha en Asturias. Por lo pronto, el campo ha comenzado a llenarse de minas.

Parecen empeñados en Génova que el PP no gane unas elecciones en Asturias. El "barullu" de estas semanas, los dimes y diretes de tirios y troyanos, las fotos con truco, las piedras que esconden la mano y el retorno de los muertos vivientes conforman una lectura evidente: Madrid quiere imponer un candidato y para intervenir como bombero apaga fuegos necesita atizar la yesca. Aun a riesgo de que el enfrentamiento arruine las expectativas de vuelco.

Ya se apuntó días atrás en estas líneas que el acta fundacional del PP en la región debió firmarlo Caín, con la inestimable ayuda de Judas. En otro caso no se entiende ese afán permanente de dispararse en el pie, para llegar cojo a la carrera electoral. Barbón lleva días brindando con sidra achampañada, dormitando en sus laureles al sol de Laviana.

El caso es que el PP asturiano regresa al diván cuando más saneada necesita la actividad cerebral. Es el sino de esta alegre muchachada, que con frecuencia equivoca el camino a la meta, sea por incompetencia de sus líderes, por el escaso peso de las siglas en Génova o porque a Génova el partido en Asturias le importa un pimiento de Padrón.

La psiquiatría debería someter a estudio las pulsiones caínitas que funden los fusibles de los populares y los enzarzan en una locura inaudita de guerra sin cuartel cada vez que se aproxima una cita electoral en las que se anuncian opciones de victoria. Ya ocurrió en dos ocasiones en las que el partido saltó por los aires a cartuchazos de dinamita. Vuelven a sonar tambores que anuncian una tercera guerra civil que amenaza con arrasar el suelo de la derecha en Asturias. Por lo pronto, el campo ha comenzado a llenarse de minas.

Parecen empeñados en Génova que el PP no gane unas elecciones en Asturias. El "barullu" de estas semanas, los dimes y diretes de tirios y troyanos, las fotos con truco, las piedras que esconden la mano y el retorno de los muertos vivientes conforman una lectura evidente: Madrid quiere imponer un candidato y para intervenir como bombero apaga fuegos necesita atizar la yesca. Aun a riesgo de que el enfrentamiento arruine las expectativas de vuelco.

Ya se apuntó días atrás en estas líneas que el acta fundacional del PP en la región debió firmarlo Caín, con la inestimable ayuda de Judas. En otro caso no se entiende ese afán permanente de dispararse en el pie, para llegar cojo a la carrera electoral. Barbón lleva días brindando con sidra achampañada, dormitando en sus laureles al sol de Laviana.

El caso es que el PP asturiano regresa al diván cuando más saneada necesita la actividad cerebral. Es el sino de esta alegre muchachada, que con frecuencia equivoca el camino a la meta, sea por incompetencia de sus líderes, por el escaso peso de las siglas en Génova o porque a Génova el partido en Asturias le importa un pimiento de Padrón.

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