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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Palabrería

"No habrá caza de brujas contra quien no ahorre energía", aseguró el Consejero de Industria en la Feria de Muestras xixonesa, el nueve de agosto. ¿Pero en qué quedamos? ¿Es imprescindible que se cumpla el decreto de ahorro de energía, como proclaman el PSOE y sus gobiernos, empezando por el central y siguiendo por el asturiano, o no? ¿Se puede incumplir o no? ¿No pasa nada si se incumple?

Bueno, es únicamente palabrería. A continuación ya aclara que existe un régimen sancionador que se aplicará y que habrá inspecciones regulares, especialmente "para los incumplimientos contumaces". Otra vez, ¿en qué quedamos? ¿Incumplimientos ocasionales, no? ¿Saltando la ley? ¿Para convertirlos en "contumaces" no hace falta una "caza de brujas"? En fin, palabras mágicas para atemperar miedos y malos humores.

Pero lo de las palabras mágicas es recurso habitual de gobiernos y políticos. Se trata de calmar la tempestad y engañar por un tiempo. Ahí tienen los cuatro kilómetros del tercer carril de la Y. Cuatro años. Atascos permanentes. Accidentes. Como en la paradoja de Aquiles y la tortuga, los operarios nunca alcanzan los plazos prometidos (¿programados?). Y el barbónico gobierno: "Confiamos en que Transportes acorte al máximo los plazos de la obra". Y el castejónico gobierno: "Agilizaremos al máximo la obra" y "Se trabaja día y noche".

Pero he aquí que, casi un mes después, las obras siguen desarrollándose al paso de la paradoja de Zenón de Elea, y nadie ve tampoco operarios trabajando por la noche (¿Pero no se trabajó siempre en ese horario en una vía con tanto tráfico?), contra lo prometido.

Cuatro kilómetros. Cuatro años.

Creo que el Gobiernu enfoca mal la cuestión. Todo llega aquí o se produce con retraso y más tarde que en el resto, todas las obras se eternizan: Ave, soterramiento de Llangréu, carretera de occidente… Sigan ustedes.

Consejo: así que nada de disculpas, enfóquenlo como una cuestión de identidad.

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