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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

La mano de Biden

La debilidad de Estados Unidos deja huérfano al mundo occidental

El hombre más poderoso del mundo, dicen, está gagá. La imagen de Joe Biden, a sus casi 80 años, dando la mano al aire por aquí y por allá, es objeto de meme y mofa. Más que para reírse es para echarse a temblar. El presidente de los Estados Unidos se muestra torpe, tropieza a la menor ocasión. Cuando el edecán de turno le ofrece la pluma para firmar un documento, el mandatario le choca esos cinco en vez de tomar la estilográfica con pulso firme y estampar su rúbrica imperial. ¿Será consciente de lo que sanciona con su autógrafo? Por su aspecto ausente, cualquiera diría que firmaría hasta su sentencia de muerte. Hemos visto otros presidentes de edad provecta. Ronald Reagan o Donald Trump, que a los 70 fueron tachados de seniles, pero demostraban una energía de la que carece Biden.

Mientras, su predecesor, el atrabiliario Trump, a sus 76, no deja de incordiar. Se ha convertido en la oposición real, en un antisistema, en el líder de los "white trash", esa multitud de blancos empobrecidos, embrutecidos, profundamente cabreados y guerracivilistas. No parece que esté en su sano juicio cuando es capaz de incendiar un país, de consentir, si no alentar, el asalto al Capìtolio, de llevarse a su casoplón de Florida –eso sí que es un casoplón– documentos "top secret" que comprometen la seguridad nacional. Mientras, únicamente tiene enfrente a la América pijo-progre, encarnada por Hilary Clinton, que solo se ensucia las manos haciéndose un lío con los e-mails.

A ver si va a ser que el que está gagá es el país, los Estados Unidos, el guardián del mundo. La fragilidad del envejecido Biden y las extravagancias de su predecesor son síntomas de un país que va a la deriva, justo en el momento en que más se necesita una mano firme, a la que no le tiemble el pulso, que maneje con vigor el timón de este occidente que navega al pairo.

A veces conviene revisar películas clásicas, de esas en blanco y negro, que creemos que ya no nos tienen nada que decir en este presente de sabelotodos. Viendo "El Estado de la Unión"’ (Frank Capra, 1948), creí estar oyendo un análisis de la situación actual. Spencer Tracy se plantea presentarse a la primarias republicanas para dar el salto a la presidencia. Atenazado por los poderes fácticos y unos "spin doctors" que le pretenden manejar como a una marioneta, desvela este discurso con el que intentará convencer a los empresarios de que subir los precios no es la solución a la crisis. "Precios altos significa inflación. Y la inflación es la depresión de mañana. Y una depresión en Estados Unidos es el as que Moscú guarda en la manga. Voy a decirles que la nación más rica del mundo es un fraude, a menos que también sea la más saludable".

¿Y si fuera ese el as de la manga de Putin? ¿Y si en realidad Ucrania sólo fuera una excusa para estrangular la economía occidental? Ya lo estamos viendo. De donde viene si no que nos estemos quedando sin suministros energéticos, que el IPC se desboque como un caballo salvaje que nadie es capaz de domesticar, que nos enfrentemos a un invierno lleno de restricciones y estrecheces que esta generación jamás había sufrido.

Dicen que si Putin está enfermo, que si tiene un cáncer terminal, que si está loco, que si es un chisgarabís. Pero en ningún momento le hemos visto un gesto de debilidad, de decadencia, de decrepitud. A sus 69 años, parece un chaval al lado de Biden. Ha conseguido llevarnos a una guerra caliente en Ucrania y a una guerra fría en el resto del mundo, tan fría como aquella a la que aludía, sin mencionarla, Spencer Tracy, o como el invierno que se nos echa encima.

Vivimos "el fin de la abundancia", como lo ha bautizado Macron. ¿Será la nación más poderosa del mundo un fraude? No sé si tanto, pero lo que es indudable es que no pasa por su mejor momento y que no hay nadie que tome el relevo. De nuevo tendremos que recurrir al viejo tópico: "Cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se constipa". Ojalá sea solo un constipado.

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