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Ángel Machado Cabezas

Por qué importa tanto la desigualdad económica

Política impositiva y bienestar social

Desde la década de 1980 la desigualdad económica tanto de ingresos como de riqueza acumulada ha crecido, según demuestran multitud de estudios. Estas desigualdades producidas en casi todas las partes del mundo se han generado después de una serie de programas de desregulación y liberación adoptados de forma diferente en los distintos países. Las grandes diferencias de incrementos de desigualdad económica entre países demuestran que ésta no es inevitable sino que es una elección política.

Se dice que la desigualdad económica no es deseable y con ello no se está queriendo decir que no deba existir, sino que no debe ser demasiado extrema como está ocurriendo cada vez más. La desigualdad es inevitable e incluso si es moderada es deseable para que de esta forma retribuir de forma diferente a las distintas aportaciones del esfuerzo personal o del riesgo.

Las consecuencias de la desigualdad económica van más allá de la distancia entre ricos y pobres. Si el crecimiento económico se considera positivo, la desigualdad económica lo frena al reducir las oportunidades económicas de las clases medias y bajas y generando o fomentando rentas monopolísticas (de un solo o muy pocos oferentes) para los muy ricos (Oliver Blanchard y Dani Rodrik, "Combatiendo la desigualdad", 2022). En las últimas décadas los países con elevada desigualdad han crecido más lentamente que los que tienen niveles más bajos (OCDE, "Inequality Hurts Economic Growth", 2014).

Se ha comprobado empíricamente –según demuestran diversos trabajos como por ejemplo el de Anne Case y Agnus Deaton, "Muertes por desesperación y el futuro del capitalismo", 2020– que las grandes desigualdades económicas provocan entre otros problemas: mayor disfuncionalidad social, vida media más corta, mayores problemas físicos y mentales, más probabilidades de caer en alcoholismo y en adicciones y sociedades más desestructuradas.

Se puede hablar de desigualdad de oportunidades o a priori y de resultados o a posteriori. La primera es la situación de partida que todos tenemos y la segunda es la situación final a la que se llega. Un factor importante de desigualdad de oportunidades son las elevadas herencias, razón por la cual surgió el impuesto de sucesiones para limitar la transmisión de la desigualdad, siendo quizá el impuesto más justo que existe al grabar rentas que no provienen de ningún riesgo o esfuerzo del receptor.

Las causas concretas que generan la elevada desigualdad son varias. Una de las más comunes se da en el mundo laboral, principalmente en algunas grandes empresas en las que los directivos tienen unos sueldos decenas e incluso centenas de veces superiores al salario medio de los empleados, pese a que como afirma el catedrático Antón Costas, la investigación económica no encuentra ningún argumento convincente que relacione una mayor eficiencia económica con los mayores sueldos de los directivos mejor pagados.

Las grandes diferencias salariales están basadas en la meritocracia. Es lógico que un trabajador más eficiente cobre más, pero incluso si un trabajador tiene buenas cualidades personales tales como ser muy inteligente, muy hábil o disponer de gran capacidad para desarrollar buenas ideas, si estas cualidades le permiten tener un sueldo muy superior está lográndolo de forma innata, es decir, principalmente debido a la suerte que tuvo al nacer. Como indica Michael J. Sandel en "Justicia", 2016, cuanto mayor sea la creencia de que el éxito es obra propia, menos responsables nos sentiremos con los que fracasan.

La política tributaria es el mejor medio que tienen los estados para redistribuir la renta en beneficio de los más desfavorecidos, pero dicha redistribución también puede llegar a ser regresiva si el fraude fiscal es importante y se concentra en las rentas más altas. Los inspectores de Hacienda reiteradamente han afirmado que en España la mayoría del fraude fiscal se concentra en grandes patrimonios y empresas. Este fraude ronda el 20% del PIB siendo muy superior al de la media europea, pero nuestro país también dedica muchos menos recursos a combatirlo a pesar de que la recaudación obtenida en la lucha antifraude es muy superior a su coste. Para luchar contra la desigualdad económica excesiva sería bueno aumentar la progresividad del impuesto sobre los ingresos del capital y crear un impuesto sobre el carbono y a cambio quizá bajar el impuesto sobre el trabajo para así fomentar éste.

Las diferencias económicas han aumentado menos en los países con regímenes más progresivos, con instituciones laborales más sólidas (tales como sindicatos y salario mínimo), y con acceso generalizado a la educación, a los servicios de salud y a beneficios sociales generosos.

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