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Emilio Serrano Quesada

Con sabor a guindas

Emilio Serrano Quesada

La tristeza de no ser escuchados

La experiencia de los jubilados, un activo a no desdeñar

Ser escuchado y escuchar, ¡qué bonito ejemplo de entendimiento! El menos necesario para la satisfacción de los que ya tenemos una edad avanzada y estamos en el deseo de aportar nuestros conocimientos de una forma desinteresada pero que nos confiera de una felicidad de que aún estamos aptos para ese servicio de ayuda, a la familia, a las amistades, a la empresa y a la sociedad.

Me llevan estas afirmaciones a un comentario que recoge LA NUEVA ESPAÑA del conocido empresario Carlos Slim, que propone semanas laborables mas cortas y una jubilación a los 75 años, según su criterio, como un intento de duplicar la oferta, y mantener por un tiempo la experiencia.

Su idea tendrá opiniones varias, todas respetables, si bien es cierto que en la actualidad existen jubilaciones a una edad aún válida para que la sabiduría de la experiencia sea compartida con los sucesores.

Son los resultados de esta vida llena de complicaciones, carente o al menos indiferente, que pasa de largo de contemplar la figura de esa persona mayor que se asoma con cariño para seguir siendo servicial con una auténtica entrega a mostrar sus reflexiones y experiencias.

Pero ni aún así, sea cual fuere la profesión, se nos deja la ocasión de ser escuchados. Dicen los que se sienten adelantados que es ley que la vida marca y los jubilados han cumplido ya su misión. Pero no es así, queridos sabios que no queréis escuchar, y en muchas ocasiones por no acatar el consejo acabaréis sufriendo vuestros errores.

Al margen de esta situación, digamos corporal, de la palabra que no es escuchada, a la persona mayor le queda esa desilusión espiritual que gobierna sus sentimientos y daña profundamente su estado de ánimo, perjudicando su paz y calma.

Los que estamos en el campo de esa edad madura, y que lo hemos dado todo para el bien de nuestro oficio y de nuestra región, debemos de mantener la firmeza de nuestro criterio para no herir nuestra vida interna r y reforzar nuestra confianza.

El tiempo, testigo de tantas cosas, vendrá a darnos la razón, ya que si el fracaso existe por no escuchar el consejo, se lo ofrecemos de nuevo prestándoles toda ayuda necesaria para que el éxito les acompañe.

Y como era de esperar, todos aquellos a los que se les otorga el título de eméritos saben perdonar y desean que en el futuro se termine con la tristeza de no ser escuchados, para que el diálogo sea entendimiento entre todo tipo de edades y todos unidos construyamosmos esa sociedad que nos lleve al mejor de los destinos.

Sabido es que existen en Asturias varias asociaciones bien organizadas, como por ejemplo FADE,AEFAS y OTEA, a las que pertenezco y les tengo un especial cariño por las atenciones de ellas recibidas; al igual que ocurre en otros campos, como el transporte, la alimentación, la ganadería, la enseñanza o la medicina. También los jubilados tenemos la nuestra que, como todas las anteriores, guiadas por la sabiduría de la experiencia, tratan de escuchar y ser escuchados con la colaboración del Gobierno asturiano, para hacer una labor de unión tan necesaria para la buena marcha de nuestro querido Principado de Asturias.

Una situación ideal y permanente sería la de no rechazar nunca la sabiduría de la experiencia que puedan aportar madurez y juventud. Y decirnos, unos a otros: "Te escucharé, si me necesitas llámame".

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