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Obispos y sacerdotes clandestinos en Checoslovaquia

Memoria de las persecuciones a la Iglesia Católica en distintos países

En todos los países que cayeron bajo la tiránica dictadura comunista, los cristianos en general, pero de una manera especial los católicos fueron terriblemente perseguidos por su fe: despedidos de sus puestos de trabajo, detenidos, torturados, condenados a largas penas de cárcel después de procesos monstruosos o asesinados.

Si a muchos artistas, intelectuales y políticos de izquierda hay que echarles en cara su silencio cómplice sobre las atrocidades y carencias que observaban en sus frecuentes viajes a los países del llamado "socialismo real", de los cuales volvían haciéndose lenguas de los logros y progresos de semejantes "paraísos", todos somos también un poco culpables del olvido de tantos mártires y perseguidos por su fe, a los cuales quiero recordar.

Albania, el caso más extremo.

De todos los países del Este de Europa sometidos a la tiranía comunista al final de los años cuarenta del siglo pasado, fue Albania el que sufrió la más espantosa persecución religiosa a cargo del dictador Enver Hoxha, cuya paranoia le llevó a construir un total de 173.000 búnkeres de cemento para impedir que su "paraíso" fuese invadido por una potencia extranjera, con el consiguiente impacto negativo en la economía, lo cual suponía que el pueblo vivía en la miseria.

La Constitución de 1967 declaraba: "El Estado no reconoce ninguna religión y promueve la propaganda atea". Era el único Estado oficialmente ateo en todo el mundo, estando prohibidos bajo severas penas todos los cultos de todas las religiones, tanto del Islam – religión mayoritaria en el país–, como de la Iglesia Ortodoxa y de la Iglesia Católica, que la seguían en importancia.

El dictador comunista Enver Hoxha no solo prohibió el ejercicio de la fe, sino que ordenó la destrucción de las mezquitas e iglesias o su transformación en almacenes de cereales o en recintos deportivos, como fue el caso de la catedral católica de Scutari.

Las "facultades mexicanas".

Durante la persecución de la Iglesia Católica en México por parte del presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928), el Papa Pio XI, para evitar la aniquilación del episcopado mexicano, autorizó a cada obispo territorial la consagración secreta, ante un testigo cualificado, de un obispo auxiliar que ejerciera con plenos poderes de "administrador apostólico" en caso de prisión del obispo residencial. Se desconoce cuántos obispos mexicanos llegaron a ser ordenados de aquella forma que no requería tres obispos consagrantes, –según prescribía el Derecho canónico vigente entonces–, para evitar el peligro de que se filtrase la noticia. Desde entonces, el lenguaje jurídico-eclesiástico denomina "facultades mexicanas "a ese privilegio otorgado a los obispos en aquellos tiempos de persecución.

Persecución de la Iglesia Católica en Checoslovaquia.

Después de la toma del poder en Checoslovaquia por parte de los comunistas en 1948, comenzó la persecución de los católicos en el país. El 21 de abril se suprimió la escuela privada y en febrero de 1949 fueron prohibidas las publicaciones de la Iglesia Católica. En 1949 miles de católicos seglares fueron despedidos de sus puestos de trabajo en la administración pública y en la enseñanza estatal, debido a sus convicciones religiosas, y el "Exarcado católico de rito oriental" de Presov (en Eslovaquia) fue desmembrado de Roma y entregado a la Iglesia Ortodoxa rusa como había hecho Stalin en Ucrania con la Iglesia Católica de "rito oriental".

El cardenal Josef Berán, arzobispo de Praga, protestó por estos atropellos y recibió serias amenazas por parte del gobierno. Reunido con los demás obispos en Olomouc, publicaron una valiente pastoral el 15 de junio de 1949 y a partir del 19 de junio el cardenal fue confinado en su residencia.

En la noche del 13 al 14 de abril de 1950, la policía allanó todas las casas religiosas de varones, unos 2.000 fueron detenidos, algunos enviados al servicio militar o a campos de trabajo y otros confinados en monasterios-prisiones. En julio de aquel año se tomó una medida parecida con las congregaciones femeninas: unas 10.600 religiosas fueron dispersadas o concentradas en monasterios-prisiones. Solo fueron toleradas las monjas que actuaban de enfermeras en hospitales psiquiátricos o de enfermos contagiosos.

El 2 de diciembre de 1950 en Praga y el 15 de enero de 1951en Bratislava comenzaron procesos judiciales contra los obispos, acusados de espionaje y alta traición, de manera que a finales de enero de 1951 todos los obispos en activo estaban desterrados, detenidos o confinados. El obispo salesiano de Litomerice, Stephan Trochta, previsor del futuro, había pedido al Papa, durante la visita "ad limina" en 1948, las "facultades mexicanas". Pio XII las transmitió a través del nuncio Girolamo Veronilo, expulsado del país el 19 de julio de 1949.

Robert Pobotny, obispo de Roznava, utilizando un permiso para consultas médicas, el 2 de enero de 1951, consagró obispo al jesuita de 30 años Pavel Hnilica, con sólo tres meses de sacerdocio, el cual consagró obispo a su vez al también jesuita Jan Korec el 24 de agosto de 1951. Después de ordenar también a secretamente a varios sacerdotes, Hnilica tuvo que exilarse, al enterarse la policía de que era obispo clandestino. Pero Jan Korec tuvo una intensa actividad pastoral hasta que fue detenido, procesado y condenado por una indiscreción.

De esa manera comenzaron en Checoslovaquia las consagraciones secretas de obispos y las ordenaciones también secretas de sacerdotes, muchos de ellos casados, para que la policía no pudiera sospechar que eran presbíteros. Ni la policía ni el gobierno checoslovaco consiguieron nunca saber el número exacto de sacerdotes y obispos "clandestinos" que había en el país. Después de la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, se produjo la llamada "revolución de terciopelo": uno tras otro comienzan a dimitir las viejas figuras del régimen comunista de Checoslovaquia, a medida que se imponen los grupos de oposición. El partido comunistas, privado de la ayuda soviética, se desintegra y la Iglesia católica comienza a recuperar su libertad. Entre diciembre de 1989 y marzo de 1990, el Vaticano nombró sin ningunas traba a nuevos obispos en Checoslovaquia.

La poca generosidad de Juan Pablo II con los sacerdotes casados.

Después de la caída del régimen comunista, el papa Juan Pablo II manifestó poca generosidad con los sacerdotes casados que habían sido ordenados secretamente. Les ofreció dos alternativas: o que se integraran como sacerdotes en la Iglesia Católica de rito oriental de Eslovaquia, en la que está permitido ordenar a hombres casados, o que ejercieran como diáconos permanentes en Bohemia y Moravia, la actual Republica Checa. El caso más duro fue el de Ludmila Jovorova, nacida en 1932 en Brno, ordenada secretamente el 28 de diciembre de 1970 por el obispo clandestino Félix-María Davídek, la cual ejerció como vicario general de su obispo y pudo ayudar pastoralmente a mujeres católicas prisioneras por su fe, a las que no podía visitar ningún sacerdote. El Vaticano no reconoció la validez de su ordenación.

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