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Joan Tapia

Cuando ERC duda

La crisis catalana se alarga porque las prioridades del Gobierno de la Generalitat y las del partido son distintas

Aragonés y ERC tienen motivos de satisfacción. El President se acaba de ver en Bruselas con dos comisarios europeos, el de Justicia, Didier Reynders, y el de Industria, Tierry Breton. Tras siete años en que nadie en Bruselas recibía a nadie de la Generalitat, el gobierno catalán vuelve a ser un interlocutor. ¿Alguien puede creer que Cataluña iría medianamente bien continuando proscrita en Europa?

Además, ERC no ha presentado enmienda a la totalidad a los presupuestos de Madrid, lo que indica que cree posible que algunas causas por el procés, en los tribunales desde hace cinco años, no acaben con penas de prisión. Es un asunto complejo, pero lo cierto es que los indultos parciales a los condenados por el Supremo han rebajado la tensión política en Cataluña.

La Cataluña del 2022 está mucho menos polarizada que la del 2017, pero esta menor polarización –la independencia no es ya el monotema– ha provocado la primera ruptura seria entre las dos principales fuerzas independentistas (ERC y JpC). No sabemos si es el fin del procés, pero hoy hay una seria crisis política catalana, no contra España, sino porque los independentistas están muy divididos.

Pero la sombra del procés es alargada. Y ERC no está satisfecha sino preocupada. Aragonés salió investido con el voto de 74 diputados. 33 de ERC, 32 de JpC y 9 de las CUP, cuando la mayoría absoluta es de 68. Las CUP ya no están en esa mayoría y ahora la ruptura con JpC ha dejado a Aragonés desnudo, con sólo 33 escaños. Junts exige que Aragonés presente una moción de confianza y el President no lo hará porque es su facultad y la perdería.

La alternativa sería que alguna oposición presentara una moción de censura que no podría prosperar porque esta moción en Cataluña (y en España) debe ser "constructiva". Con candidato a president. Imposible que saliera.

Aragonés podría convocar elecciones, pero ya ha dicho que no lo hará. Puede pues seguir gobernando con sólo 33 escaños, pero será un via crucis continuo (esta semana ya ha sido tumbada una ley). Además, están los presupuestos. ERC decía que sin JpC el Govern sería más serio y coherente, pero un gobierno que prorroga presupuestos –con una inflación del 9% y en un mundo incierto– es difícil que sea considerado responsable.

Ahí está la clave. El interés objetivo del President es tener presupuestos. Y no sería difícil. El PSC de Salvador Illa ya se ha ofrecido porque cree que en este momento de crisis tener presupuestos es esencial. ERC y el PSC tienen cada uno 33 escaños. Son 66, y con la ayuda de los 8 de los comunes de Jessica Albiach tendrían mayoría para los presupuestos y –quizás– para, negociando mucho, gobernar un tiempo más o menos largo.

Pero una cosa es el Govern y otra el partido. Para ERC la prioridad parece ser ganar las municipales al PSC y JpC con mejores resultados que en el 2019. Y mandar luego en las diputaciones catalanas. Y Junqueras teme que un pacto con el PSC en Cataluña –otra cosa es con el PSOE en Madrid– pueda perjudicarla electoralmente. Que no sólo dificulte el tránsito a ERC de electores de JpC sino que votantes republicanos sean tentados por JpC, que la acusaría de traidora por los pactos con los socialistas. El propio Junqueras repite que el PSC no debe estar en los pactos catalanes porque apoyó el 155 de Rajoy y "la represión". ¿Cómo afrontar pues las invectivas de Junts que diría que los que duermen en el mismo colchón –los presupuestos– son de la misma condición?

En esta lógica todo pacto relevante con el PSC en el Parlament no sería conveniente hasta después de las municipales. Entonces ¿Aragonés deberá aguantar un via crucis parlamentario permanente hasta después de mayo? Creo que ni Junqueras ni Aragonés saben aún cómo arbitrarán unos intereses que parecen contrapuestos.

¿Se equivocaron ambos –o uno– creyendo que Puigdemont no se impondría y que los cargos de JpC lograrían mantenerse en el Govern? Si no erraron, no se entiende porqué dudan ahora sobre el camino a tomar.

Sólo le faltaba a Aragonés que el "conseller" Elena abriera ahora una crisis con los Mossos destituyendo a su jefe, Josep María Estela, por peleas en la cúpula de la policía con la que el mismo relevó al mayor Trapero hace menos de un año.

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