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Manuel Gutiérrez Claverol

Asturias, paraíso geológico

Los espectaculares signos naturales que exhibe la región

La idea de este escrito surgió, a modo de exordio, a propósito de la próxima presentación en el Real Instituto de Estudios Asturianos del libro "Patrimonio Geológico de Asturias", el primer título de una serie que tiene programado editar la ilustre entidad con la pretensión de abarcar el acervo cultural y artístico asturiano, con temáticas tan variadas como: naturaleza, etnografía, historia, arte, gastronomía, etc. Ello me brinda la oportunidad de destapar el tarro de las esencias para obsequiarles con una sinopsis del ingente caudal de esta índole que atesora nuestro territorio, ¡una naturaleza convertida en obra de arte!

A pesar de su escasa extensión Asturias, solo ocupa 10.604 kilómetros cuadrados –el noveno lugar de las comunidades españolas y el 2,13 % de la superficie del país–, presenta una inusual diversidad de paisajes que, en gran medida, reposa en sus exuberantes atributos geológicos.

Es infrecuente una concentración tan extensa de tipos de rocas en una región geográficamente tan pequeña. La amplia columna estratigráfica que aflora está enriquecida por diferentes litologías, sedimentadas en un colosal lapso temporal desde hace unos 600 millones de años. En la zona occidental dominan las de carácter silíceo (areniscas, lutitas, etc.), mientras que en el ámbito centro-oriental son las de naturaleza carbonatada (calizas, dolomías, margas, etc.) las más frecuentes. Determinadas petrologías han suministrado extraordinarios ejemplares de restos fósiles –especialmente concentrados en el periodo Devónico– que permiten vislumbrar el ciclo evolutivo de la vida a lo largo de los tiempos.

Uno de los rasgos más significativos –en ocasiones de enorme espectacularidad– que afectan a los sedimentos son las deformaciones corticales debidas a los esfuerzos tangenciales de origen interno a los que estuvieron sometidos. Existen asombrosas geometrías de perfectos pliegues anticlinales o sinclinales, estructuras de cabalgamiento, desplazamientos producidos por fallas, tipos de foliaciones tectónicas y un largo etcétera.

Tampoco están ausentes las rocas ígneas y metamórficas. Las primeras se reparten entre intrusivas o plutónicas (con una buena representación en el plutón granítico de Boal) y las efusivas o volcánicas (con ejemplos notables en Puente Tuña en el término municipal de Tineo, y en los cabos de Peñas y Vidrias o en Cabranes, concejo que, por tal causa, ha sido adjetivado como la "Asturias canaria").

El campo de los minerales es de una prodigalidad indescriptible, pivotando en torno a los dos centenares de especímenes. Los hay metálicos (formando compuestos con el antimonio, arsénico, cobalto, cobre, estaño, hierro, manganeso, molibdeno, mercurio, níquel, plata, plomo, wolframio o zinc y, como no, oro) y no metálicos (¿quién no oyó hablar de las fluoritas asturianas, presentes en los primordiales museos del mundo?). Las ilustraciones que adornan la obra referenciada permiten visionar una copiosa selección de ejemplares de gran belleza.

No se puede dejar en el cajón del olvido al carbón que, ha sido durante dos siglos y medio, el recurso energético por antonomasia de Asturias, al constituir el erario natural de mayor trascendencia y probablemente el principal factor determinante de los cambios más considerables en el estatus social de la población, catapultando de manera exponencial la economía regional hacia la modernidad.

La opulencia del subsuelo asturiano es de tal índole que es reconocido por los expertos de muchos países, sobre todo europeos, convirtiéndose en una referencia mundial en algunas de las disciplinas expuestas.

Está de moda un tipo de turismo asociado a atractivos geológicos y basado en el conocimiento, conservación e interpretación de los entornos naturales. Se utiliza para referirse a estos lances el vocablo "geoturismo", término definido por el inglés Thomas Alfred Hose en 1995 y publicado con posterioridad en varias revistas científicas, poniendo especial énfasis en los geositios y geoparques, tan de actualidad.

Asturias no debe quedar al margen de esta sutil corriente turística, que se desparrama por los territorios del planeta como una mancha de aceite, en base a la hermosura de su paisaje y a los tesoros que aporta su impactante geología. ¡Ah!, créanme, estoy completamente convencido de que lo transcrito en el artículo es verdad, sin exagerar ni un ápice.

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