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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

Diecisiete sanidades

El fracaso de la fragmentación del Sistema Nacional de Salud

La pandemia tensó las costuras de nuestro sistema sanitario. Hay quien dice que hasta las rompió. Quien más quien menos, todos los supervivientes perdimos a seres cercanos. Mi buena amiga María tuvo la mala fortuna de ser uno de los enfermos de cáncer a los que les tuvieron que suspender la quimioterapia. Murió y nunca sabremos si hubiera sobrevivido de haber continuado el tratamiento. Lo que sí sabemos es que la covid impidió emplear todos los medios disponibles. Es uno de los miles de efectos colaterales del maldito virus que puso patas arriba nuestra sanidad.

Los médicos y el personal sanitario dicen que su situación es insostenible. No dan abasto a tratar tantos pacientes, a los que apenas pueden prestar atención. Trabajan turnos interminables en los que dan la vuelta al reloj. Están mal pagados, la mitad que en Alemania o en Gran Bretaña. Faltan especialistas, que, en estas condiciones, prefieren ejercer en otros países. Se habla de 18.000 doctores que han pedido licencia para ejercer en el extranjero en la última década. Las bajas de los sanitarios, víctimas de un estrés insoportable, se multiplican. Y, por si fuera poco, no se reemplaza a los jubilados que se calcula serán 80.000 en la próxima década.

Todo esto tiene como consecuencia unas urgencias colapsadas y unas listas de espera interminables. En suma, un desastre. La sanidad en España no ha levantado cabeza después de la covid o, probablemente, la covid ha dejado al descubierto las carencias.

Uno de los principales problemas destapados por la covid ha sido la falta de coordinación de las 17 sanidades diferentes de este país. Parece obvio que un único sistema permitiría optimizar recursos, pero también lo es que que perderíamos el siempre agradecido factor de la proximidad. Nunca sabremos si hubiéramos afrontado mejor la pandemia con una dirección nacional única y no con 17 autonomías haciendo la guerra por su cuenta.

La llamada marea blanca ha resucitado estos días con fuerza. Ya se anuncia para el domingo una gran manifestación bajo los lemas «Madrid se levanta por la sanidad pública» y «Contra el plan de destrucción de la atención primaria». Y para el día 21, huelga indefinida. Lo curioso es que la convocatoria llega a través del actor y activista Juan Diego Botto. Lo que nos demuestra que en Madrid se está utilizando la sanidad para una batalla de mayor calado político. La izquierda contra su gran ogro, Ayuso. En la sanidad parecen haber encontrado su punto más débil.

Dios me libre de defender a Ayuso, quien probablemente cometió muchas equivocaciones en la lucha contra la pandemia. Todavía está por aclarar si hubo una orden de no admitir en los hospitales a los ancianos enfermos de las residencias. Lo cierto es que el gobierno regional –o incluso nacional– que esté libre de pecado en la lucha sin cuartel contra la covid que tire la primera piedra.

Un buen amigo, que por azares del destino tiene la sanidad pública en casa, me hizo ver el otro día que la mejor o peor gestión sanitaria no se corresponde con los colores políticos del gobierno correspondiente. Ya se hable con un médico de la popular Madrid o uno de la socialista Asturias, el diagnóstico de la situación siempre es muy grave. Sólo hay dos excepciones, el País Vaso y Navarra, donde los sanitarios están considerablemente mejor pagados que en el resto y, por ende, se quejan menos. Lo que no quiere decir que se hayan distinguido por una gestión más solvente.

Tengo guardada una información de Pablo Alvarez en este mismo periódico que da que pensar. Se titula así: «Los asturianos aguardan 22 días más que los madrileños para acceder al quirófano, a pesar de que el gasto por persona es el más alto del país». Sabiendo esto, ¿podemos asegurar que el modelo de la izquierda es más eficaz que el de la derecha?

No es una cuestión de colores políticos. Una vez más –como ocurre con la justicia y la educación– se esgrime un asunto capital como arma en la disputa política. Ayuso se ha convertido en el origen de todos nuestros males, en la verdadera jefa de la oposición nacional, pero centrando el problema en ella no haremos más que ocultar el verdadero cáncer de muestra sanidad. El pasado fin de semana, Luis Palomo y Antonio Sitges-Serra (miembros de la Plataforma por el Gobierno Federal de la Sanidad Universal) proponían una solución en el artículo publicado en un periódico de Madrid. Decían: «La ‘orientación federal’ de una nueva ley es la única vía posible para evitar la ruptura de hecho que se ha producido en la gestión del Sistema Nacional de Salud, sustituida por 17 servicios de salud de funcionamiento casi independiente». Tal vez la forma de solucionar el problema de la sanidad vaya más por propuestas como ésta y no por proclamas de mitin centradas en una sola de las 17 sanidades. Por más vistosos que resulten Madrid y su presidenta.

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