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María José Iglesias

Ola roja desteñida a la orilla del Potomac

EE UU sigue confiando en Biden e impulsa medidas sociales como un nuevo impuesto a los millonarios en Massachusetts

Las elecciones de mitad de mandato son ese examen en el ecuador de la legislatura a las que los presidentes temen más que a la mismísima reelección. El sistema electoral americano las instauró para balancear el poder entre el gobierno y las cámaras legislativas. Es habitual que el partido que ocupa la Casa Blanca salga malparado. El poder desgasta, no lo olvidemos, aunque a tenor de los resultados, en el caso de Biden apenas nada y no tanto como a Kennedy o al propio Obama en su día. "Brandon" el sobrenombre irónico que le dan sus críticos, respira tranquilo. Los americanos prefieren ahora soluciones a castigos. Por primera vez, y esto sí que marca un antes y un después en los Estados Unidos, los problemas sociales cobran tanta importancia como la economía. Esto ya no va de apoyar a unas siglas. La gente vota para transformar un orden social que no funciona, sobre todo para esas minorías que se vienen arriba. La diversidad se despliega y aparecen partidos bisagra, que realmente decidirán resultados, en este caso la mayoría en la Casa de Representantes, fenómeno impensable hace años. Son formaciones promovidas por quienes no pintaban nada que por fin han conseguido llegar a las instituciones. Esa gran ola roja (el color de los republicanos) que se esperaban Trump y los suyos ha quedado bastante desteñida al arribar al Potomac, el río que cruza Washington. Ganan sí, pero con un margen ridículo.

El azul sigue brillando en el Senado y en la Casa de Representantes, aunque el partido del elefante aventaja en ambas cámaras y arrasa en Florida donde DeSantis, posible candidato en 2024, revalida su mandato como gobernador. La sorpresa saltó en la frondosa Pennsylvania (estado de Biden), donde el demócrata John Fetterman, arrebata el escaño del Senado al republicano Pat Toomey. Fetterman se ha ganado al graderío con sus fornidos brazos tatuados y un discurso que JFK calificaría de subversivo. Luego están esas normas que se votan siempre en las "midterm". En la demócrata Massachusetts habrá un nuevo impuesto para ricos con ingresos superiores a un millón de dólares. El montante recaudado financiará escuelas y transportes. Los inmigrantes indocumentados podrán sacarse la licencia de conducir. Todo ello en el estado que aglutina las grandes universidades y centros de pensamiento. La campaña ha comenzado.

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