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Vicente Montes

El Noroeste necesita enseñar los dientes ya

El peligroso discurso que se esconde tras una aparente disputa acerca de trenes y corredores ferroviarios

Tiene un poco de "arranque minero" el tono empleado por el presidente asturiano Adrián Barbón a la hora de referirse a la batalla que se está fraguando sobre la financiación de dos infraestructuras ferroviarias fundamentales: el corredor Mediterráneo y el del Noroeste. "Si nos buscan, nos encontrarán", ha dicho Barbón al referirse a los empresarios del Levante que han pedido, sin sonrojo, que se retire financiación para el proyecto que permitirá la conexión del Norte de España con las redes ferroviarias europeas para dársela al trayecto levantino. Puede parecer una disputa territorial, pero hay otras cuestiones de fondo.

El Noroeste se enfrenta, inevitablemente, a un retroceso en su peso en el conjunto nacional. La primera clave del asunto es la demográfica: el Instituto Nacional de Estadística ha publicado esta semana la actualización de las cifras de población. Cataluña, la Comunidad Valenciana y Murcia están entre los territorios que más incrementan su población, mientras que Asturias y Castilla y León ni siquiera logran mejorar sus cifras gracias al aumento de la inmigración exterior que se ha registrado en toda España, un fenómeno espoleado por las consecuencias de la guerra de Ucrania y la llegada de refugiados. Galicia y Cantabria salvan sus cifras con una subida mínima, pero solo gracias a los inmigrantes exteriores. España aumenta en población y la relevancia relativa del noroeste mengua.

En resumen: el Noroeste adelgaza; el Levante gana relevancia. La tendencia demográfica tiene, a la postre, consecuencias directas en la representación en el Congreso de los Diputados y el Senado (en cuanto Asturias baje del millón de habitantes perderá un senador por designación autonómica), en la influencia que cada zona tiene en cada partido político a la hora de exigir atenciones (a fin de cuentas, la mirada se dirigirá allí donde hay más votantes), y en la batalla por el reparto de la financiación autonómica, que es la madre de todas las batallas.

Por tanto, la petición de los empresarios levantinos no es más que un apunte sobre lo que se nos viene encima. En otros territorios comenzarán a vernos irrelevantes, envejecidos, supondremos un gasto para las arcas del Estado, un lastre que hay que asumir, un territorio que quizás no necesita tanto como reclama.

En apariencia, el gobierno regional asturiano está dispuesto ahora a dar la batalla. La defensa de la conexión ferroviaria atlántica ha sido reclamada con más entusiasmo por Galicia y Castilla y León (gobernadas por el PP), que por el Ejecutivo socialista asturiano, todo hay que decirlo. Sabe bien la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) que en sus reclamaciones escuchaba de los dirigentes socialistas la cantinela de que "no hay la demanda suficiente" para no apurar los tiempos.

El pasado 27 de septiembre, la patronal asturiana, la gallega y la castellano-leonesa relanzaron en un encuentro en León la reclamación sobre el Corredor Atlántico, retomando la presión para que el Noroeste sea considerado en los planes de inversión europeos. Pocas voces se escucharon secundándolo.

Finalmente, las patronales lograron un encuentro con el Ministerio de Transportes en Santiago de Compostela, el pasado día 11. Allí, la secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Isabel Pardo de Vera, se comprometió a destinar 1.648 millones de euros para el Corredor Atlántico, una partida equivalente a los 1.695 millones destinados al del Mediterráneo. Pardo de Vera (a Santiago no acudió la Ministra, que si estuvo el pasado este jueves en el multitudinario acto de Barcelona a favor del corredor levantino) aseguró que los empresarios del Noroeste participarían en la planificación de la conexión ferroviaria atlántica.

Cuando el empresariado del Mediterráneo alza la voz y expresa actitudes tan insolidarias como las que se han escuchado esta semana, el Gobierno del Principado ya no puede mirar a otro lado: la batalla por que el Noroeste mantenga un mínimo en igualdad de oportunidades y competitividad que el resto de España ya es una cuestión esencial.

Porque el movimiento económico y empresarial ligado a la bandera del Corredor Mediterráneo ha ido más allá de unas vías y unos trenes, y insinúa un discurso que puede acabar convirtiéndose como lógico a la vuelta de unos años. Hay que reconocerles que están bien organizados, mientras que en el Noroeste nos hemos entretenido en reuniones, declaraciones, proclamas y comunicados pactados con cuidado, no sea que alguien de los nuestros se ofenda. Pero entretanto el Mediterráneo gana batallas y discurso. El Noroeste necesita enseñar ya los dientes, antes de que sea demasiado tarde.

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