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Lo que hay que oír

Francisco García Pérez

Píldoras para atraer meteoritos

Del teatro Campoamor a Frank Cuesta y Aubameyang

Frank de la Jungla.

Me para por el paseo marítimo un gentilísimo amigo, muerto de risa o cabreo, para contarme lo que acaba de soltar un presunto locutor en los informativos de Radio Nacional de España (ojo, la radio pública, la que pagamos todos) con motivo de la entrega de los Premios Princesa de Asturias: "Desde el teatro Clara Campoamor de Oviedo, donde se entregan los premios…". Pues no, campeón, no es el teatro Clara Campoamor, ya ves. Se levantó en homenaje al escritor naviego (de la parroquia de Piñera –si atendemos a la estricta Wikipedia–, a menos de 10 kilómetros de la capital del concejo) Ramón de Campoamor, el autor de aquellos versos de fastuoso ripio final que mi padre recitaba con tanto énfasis: "Habiéndome robado el albedrío / un amor tan infausto como mío, / ya recobrada la quietud y el seso, / volvía de París en tren expreso". Y no quedó ahí la feria de las equivocaciones, al parecer, pues me hizo saber mi amigo lo que había dicho la locutora antes de dar paso al metepatas del Campoamor?: "Contactamos con Gijón, la capital de Asturias…". ¿Qué? ¿Hay nivel histórico y geográfico o no hay nivel? Ay, meteorito…

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Aunque a lo mejor ya ha caído tal cuerpo celeste, nos ha trastornado cabezas y lenguajes y yo sin enterarme de nada. Por ejemplo, desconocía la existencia de un leonés budista llamado Francisco Javier Cuesta Ramos –conocido en el mundo mundial como Frank Cuesta– que protagoniza un programa televisivo titulado "Wild Frank", desde hace la tira de años. A ver si veo algún episodio, releñe, porque ese hombre afirma de sí mismo lo que sigue: "Soy el referente más grande que hay ahora mismo a nivel de España y probablemente latino, después de Félix Rodríguez de la Fuente". No sé en qué consiste ser un "referente". Consulto el DLE de la RAE y quedo patidifuso y peor con cómo define la Docta Casa: "Término modélico de referencia". ¿Querría decir el buen hombre "modelo"? No sé qué significa "a nivel de España". ¿Querría decir "en España"? No sé cómo se puede probar (lo digo por ese "probablemente") que uno es el mayor modelo latino. ¿Querría decir "posiblemente"? Todo son preguntas (gracias, Millás).

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Sí sé quién es Aubameyang: un futbolista que juega en el Chelsea londinense tras haberlo hecho en el Barça y no pocos más. Mientras vivía en Castelldefels (a media hora de Barcelona), sufrió el pobre Aubameyang un robo. Pero vean el mundo premeteorito que nos toca vivir, pues algún medio de comunicación se mostró muy, pero que muy celoso de respetar la acción de los (aviso de ironía) señores ladrones. Fíjense, sobre todo, en el adverbio: "Le rompieron unos supuestos ladrones que penetraron en su casa la mandíbula presuntamente para atemorizarlo". Hombre, es de creer que si te rompen la mandíbula sea para que te mueras de miedo: nada de "presuntamente". Eso sería si hubiesen entrado a tomar el té, digo yo…

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Mi amigo invisible me regala su calambur quincenal: "Mano linda lavela". Me quedo perplejo, pues no lo entiendo, quizá debido a la espesura mental que los otoños suelen regalarme para castigo de mis pecados. Se arma de paciencia mi compadre: es un juego de palabras porque puede escucharse también –se aviene a instruirme– como "Manolín da la vela". Como yo le insistiera en que incluso ahora entendía menos, suspira, me explica que "lavela" es español clásico, primera persona de singular del verbo "lavar" con pronombre enclítico (o sea, preñada de un pronombre, como explicaba un servidor en clase) y con un hipérbaton (es decir, con una tracamundana del orden de las palabras, cuyo orden habitual sería "lavé la mano linda"). Sigo atontolinado y le pregunto quién es el tal Manolín. No puede más: "Será el que reparte velas a los nazarenos, qué sé yo", y cuelga el teléfono. ¡Que venga el meteorito a arreglarnos las cabezas y el lenguaje!

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