La mayoría de la población solo logrará un nivel educativo subóptimo. En la vigente LOMLOE del Partido Socialista llegamos al punto más bajo en un camino iniciado en los años 90 con la LOGSE: facilidad para aprobar y empeoramiento del nivel científico de los contenidos. Estas son dos de las consecuencias del sistema en el que son y serán educados los niños y jóvenes españoles. Veamos por qué.
Facilidad para aprobar. El Ministerio de Educación relaja los criterios de promoción de curso basados en el rendimiento académico hasta dejarlos en algo cercano al "que todos promocionen" según el Decreto sobre Evaluación, Promoción y Titulación). Ahí elimina la obligatoriedad de aprobar un mínimo de asignaturas para promocionar al curso siguiente, así como para obtener la titulación. Afecta a las etapas obligatorias, es decir, hasta los dieciséis años. Dice que negarle el paso de curso a un alumno, si se decide, ha de hacerlo el equipo docente que interviene sobre cada alumno. La responsabilidad es, pues, de los profesores y estos, bien sea por estar afectados por la enfermedad del "progresismo", bien por evitar el riesgo de ir a la contra, no se mostrarán demasiado rigurosos. Solo una minoría, los dotados de un nivel alto de conciencia profesional y de valentía practicarán esfuerzo y rigor y educarán en lo que practican.
Empeoramiento del nivel científico de los contenidos. Se suprime la enseñanza cronológica de la Historia. No se estudian integralmente ni en su contexto momentos históricos como Roma, la invasión musulmana de la Península Ibérica, la Reconquista, la Conquista de América, la Revolución Francesa, etc. Se sustituye esta enseñanza por bloques temáticos como "las personas invisibilizadas de la Historia: mujeres, esclavos y extranjeros", "la evolución de la teoría del poder" o "el papel de la religión en la evolución social".
La supresión de conocimientos y referencias cronológicas supone la desaparición de estructuras mentales para el conocimiento real de nuestro pasado. Ese desconocimiento facilita la ideologización y la destrucción de todo espíritu crítico.
El currículo de la ESO de Lengua Castellana dará prioridad a la "diversidad lingüística" y fomentará la "reflexión interlingüística". La asignatura no se centrará sólo en el español, sino que se abrirá a las lenguas cooficiales para "combatir prejuicios y estereotipos lingüísticos". Además, se buscará "favorecer un uso ético del lenguaje que ponga las palabras al servicio de la convivencia democrática, la resolución dialogada de los conflictos y la construcción de vínculos personales y sociales basados en el respeto y la igualdad de derechos de todas las personas".
Lo que los ciudadanos deben saber es que, de esta manera, se malenseñan los elementos imprescindibles de la lengua española morfología, sintaxis, pragmática (o comunicación contextual), escritura y expresión oral lingüísticamente correctas. Cosas estas fundamentales para aplicarla a una comunicación verdaderamente constructiva, dialogante y democrática. Sin estructuras lingüísticas aprendidas solo caben ineficientes estructuras mentales.
Pero ¿qué medidas deben adoptarse para avanzar en una educación moderna y rigurosa?
Muy someramente, dado el límite de este artículo. Se necesita, en primer lugar, que los contenidos educativos estén sometidos al principio de rigor científico. Para ello han de estar ratificados por instancias que representen conocimientos de calidad (Academia de la Lengua, de la Historia, CSIC, etc.).
Esos contenidos deben resaltar valores de libertad y responsabilidad individual, admiración por el trabajo y el emprendimiento. Y también deben sustituir la difusión de la perniciosa envidia social por la admiración del éxito honesto y por la aspiración a lograrlo.
Tras ser fijados los contenidos con perspectiva nacional, estos deben ser evaluados de manera externa a los centros educativos con pruebas nacionales unificadas e independientes. Se publicarían los resultados por colegios pues el conocimiento por parte de los usuarios de la educación es muy importante para que estos realicen elecciones fundamentadas.
Libertad real de los centros para aplicar medios económicos y metodologías para alcanzar esos objetivos.
Devolver poder de decisión a los padres para elegir lo que presente mayor calidad educativa. Esta es una importante asignatura pendiente del sistema que hay que desarrollar y aplicar inteligentemente.
En definitiva, más nivel, más medición de los resultados y más libertad son las recetas de la excelencia.
