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Manuel Gutiérrez Claverol

Coltán, un tesoro a mimar

España posee la primera mina de Europa de este mineral compuesto

Hace unas semanas publiqué en este mismo medio un artículo con el título "Grave dependencia del litio", donde señalaba las posibilidades de España para paliar la carencia de un metal esencial en la industria puntera europea, al contar con el yacimiento más grande de este elemento estratégico (ubicado en Las Navas, Extremadura), netamente vinculado a la economía verde. El subsuelo español posee un potencial enorme de recursos minerales que, después de un bajón hasta llegar casi a desaparecer, estamos asistiendo a una cierta celeridad de proyectos mineros en campos muy decisivos, en los que somos punteros a diferencia de lo que acontece en la Unión Europea, lo que podría coadyuvar a disminuir nuestra dependencia de países extracomunitarios.

Hoy toca tratar de otra notable aportación minera española. Alguien se preguntará de qué va eso del coltán (apodado el "oro negro"), por el que suspira la industria tecnológica. Los microchips que se utilizan para fabricar componentes electrónicos para la telefonía inteligente, tabletas y ordenadores portátiles están compuestos, además de otros elementos químicos, por una miscelánea a base de una solución sólida de dos óxidos metálicos: uno de niobio (la columbita) y otro de tántalo (la tantalita) –a los que acompañan hierro y manganeso–, de cuyo acrónimo surge lo que ha venido en denominarse coltán. Las mayores reservas mundiales, un 80 % del total, se localizan en la República Democrática del Congo; también se encuentran este tipo de criaderos en Australia, Canadá, Brasil, China y, como no, en Rusia que cuenta con reservas en Ruanda.

Europa, como ocurre con otras muchas materias necesarias en los tiempos actuales, es muy deficiente en estas sustancias químicas, por lo cual fueron declaradas materia prima prioritaria con el objetivo de paliar su servidumbre exterior.

Pero hete aquí que los caprichos de la naturaleza han concentrado este recurso mineral en Galicia, concretamente en la mina de Penouta (Viana do Bolo, Orense), que previamente benefició la mena de estaño conocida como casiterita (SnO2), junto con wolframio o tungsteno. El hallazgo se remonta a 1906, pero el comienzo de su lucro se demoró, situándose el último período de laboreo entre la década de los 70 y 1982 (llegó a ser la mina estannífera más importante de España), para cerrar definitivamente tres años más tarde, cuando la propiedad pasó a Rumasa, grupo liderado por José María Ruiz Mateos, y expropiada a posteriori por el Estado.

Tras dos décadas y media de abandono, en el año 2011 la mineralización despertó el interés de la compañía de capital mixto español-canadiense "Strategic Minerals Spain" que obtuvo, en 2013, la declaración de impacto ambiental de la Junta de Galicia y dos licencias: una para extraer los residuos de las balsas y escombreras (donde se concentran millones de toneladas, producto de una pésima selección) y otra que le permite investigar el aprovechamiento de la roca madre. En junio de 2022 la Xunta otorgó permiso para beneficiar recursos de la sección C del yacimiento, salvando así un espinoso nudo gordiano. Se prevé obtener unos 50 millones de toneladas durante los 30 años de la nueva concesión, prorrogables a 75. Ya han logrado producir lingotes de niobio con una pureza del 97% y de tántalo al 99%.

De este modo, este minado se convierte en pionero y en un referente europeo, recurriendo a procedimientos extractivos punteros de índole física (sin utilizar productos químicos, ni generar deshechos nocivos para el medio ambiente), a diferencia de lo que sucedía en la época anterior, al emplear una metodología poco selectiva, contaminando con metales pesados las aguas del entorno.

Además, otra de las características que define la explotación de Penouta, y en la que se pone un especial énfasis, es que el coltán se obtiene con técnicas "conflict-free", lo que significa que se respetan los derechos laborales, tan ausentes en las instalaciones congoleñas, donde las condiciones de trabajo son excesivamente precarias y la desigualdad social constituye un grave problema, lo que es motivo de graves conflictos geopolíticos.

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