El cambio climático: ¿humano o geológico?

Daniel Arias Prieto

Daniel Arias Prieto

Parece que en el inicio del siglo XXI está naciendo una nueva religión: "El Cambio Climático", con dogmas de fe inquebrantables, que sus numerosos adeptos defienden a capa y espada. El primero y más importante nos dice que se está produciendo un calentamiento global de nuestro planeta, de consecuencias catastróficas, cuya causa única es el uso de combustibles fósiles. La única solución a la muerte de la Tierra pasa por el uso de energías verdes. Este dogma tiene números adeptos en los políticos y en la comunidad científica de todo el mundo, incluida la ONU, trasladando al pueblo esa verdad irrefutable. Tal es así, que si trabajas en ese campo y discrepas de la opinión mayoritaria no vas a publicar tus investigaciones en ninguna revista de prestigio, ya que todas están intervenidas por la nueva religión; en palabras llanas, si te mueves, no sales en la foto.

Afortunadamente, a pesar de que en el mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir se tiende a opiniones monolíticas, hay cada vez más científicos de reconocido prestigio internacional, cuyos trabajos concluyen que el cambio climático no es consecuencia de la actividad humano, sino que responde a cambios cíclicos que se han repetido periódicamente a lo largo de la historia geológica de nuestro planeta. Desde hace decenas de años los geólogos sabemos que el clima de la Tierra ha sido muy cambiante cíclicamente, con periodos muy cálidos alternando con otros muy fríos. Sin ir muy lejos, en la propia Asturias tenemos algunos ejemplos cercanos en el tiempo, como es el caso del hielo glaciar conservado en algunos neveros de los Picos de Europa, resultado de la última glaciación que cubrió totalmente de hielo nuestra comunidad.

Los humanos somos muy proclives a magnificar nuestros logros y su impronta en nuestro planeta. Los fieles del cambio climático manifiestan en sus congregaciones que la actividad humana está matando a la Tierra, que se morirá sin remedio si no reducimos el calentamiento global, lo que significa, que debemos eliminar los combustibles fósiles y disminuir el consumo a todos los niveles. Este dogma también es falaz, puesto que la influencia de los humanos en la dinámica terrestre es insignificante, lo mismo que una gota de agua en la piel de un elefante.

La temperatura de nuestro planeta es esencialmente consecuencia de la radicación que llega del sol, la cual puede verse modificada por procesos geológicos, como la actividad volcánica. Las grandes erupciones volcánicas pueden emitir a la atmósfera miles de millones de toneladas de cenizas y gases volcánicos que limiten la radiación solar, produciendo descensos acusados de la temperatura terrestre. Los impactos de meteoritos tienen un efecto similar, como fue el caso del responsable de la desaparición de los dinosaurios que provocó que durante unos dos años no luciese el sol en nuestro planeta.

Pero, probablemente, el principal actor en el cambio cíclico de nuestro clima sea el propio sol, cuya actividad varía periódicamente, lo que es consecuencia del número de manchas solares presentes en el astro rey. Así se ha explicado la pequeña edad de hielo sufrida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, que coincidió con un periodo sin manchas solares en el sol. Otros fenómenos como la radiación cósmica o el volumen de micropartículas en suspensión en la atmósfera también tienen sus efectos sobre el cambio climático.

El cambio climático es un fenómeno cíclico que se ha repetido muchas veces a lo largo de la vida de nuestro planeta y que se va a repetir en el futuro con la misma periodicidad. En los cambios climáticos con registro geológico se ha podido ver que la subida de temperaturas en nuestro planeta es muy rápida e imposible de modificar hasta que se produce el cambio de tendencia y pasamos a un periodo frío. La influencia humana en estos ciclos geológicos es mínima, como lo prueba que cambios térmicos muchos más acusados que el actual se han producido en el pasado sin la existencia de humanos sobre la faz de la Tierra.

Las variaciones de temperatura de nuestro planeta son consecuencia de un conjunto de procesos geológicos cíclicos, cuya consecuencia es la alternancia de periodos glaciales con otros muy cálidos, entre los que median climas más atemperados. Ahora parece que estamos caminando hacia un periodo cálido, marcado por una subida gradual y rápida de la temperatura media del planeta. Aunque lo que no podemos saber es cuándo llegaremos al pico máximo, lo que sí sabemos es que la temperatura va a seguir subiendo y lo único que podemos y debemos hacer es adaptarnos a lo que va a llegar. El cambio climático es irreversible por mucho que desaparezcan los combustibles fósiles y se reduzca el consumo de los habitantes de la Tierra.

Creo que todos estamos de acuerdo en la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes energéticas más sostenibles, también compartimos que una reducción del consumo, a todos los niveles, sería beneficioso para el conjunto de la humanidad; ahora bien, aun consiguiendo esos dos objetivos el cambio climático no se va revertir, seguirá su camino hasta su cambio de tendencia natural hacia un proceso glaciar.

La obligación de los científicos y de los políticos es alertar a la población de que el cambio climático ha llegado para quedarse y que los habitantes de nuestro planeta tenemos que adaptarnos a las consecuencias climáticas que se derivaran del calentamiento progresivo de la Tierra. Evidentemente, las consecuencias no serán iguales en todos los lados. Lo que sí es seguro es que habrá una disminución drástica del volumen de hielo planetario, lo que se traducirá en una subida paulatina del nivel del mar, unido a un calentamiento de los océanos y de la superficie terrestre.

En España habrá un incremento de la aridez en las zonas interiores, consecuencia de una mayor insolación y descenso de las precipitaciones; mientras que, en las zonas costeras los cambios serán menos drásticos. En Asturias probablemente las consecuencias no sean tan catastróficas, teniendo un clima más templado, con largos veranos e inviernos más cortos, con las estaciones intermedias, primavera y otoño, muy reducidas o casi desaparecidas. El clima será más benigno, nuestra tierra menos verde y la línea de costa en regresión por la subida del nivel del mar.

Para esto deberemos estar preparados, adaptándonos a las consecuencias de un cambio climático irreversible, consecuencia de su carácter cíclico, como lo atestigua el registro geológico. Como ya adelantó Darwin en su libro el "Origen de las Especies", los organismos mejor adaptados son los que van a evolucionar y sobrevivir en un mundo con recursos limitados sometido a todo tipo de cambios, entre los que destaca el climático. Los humanos no estamos exentos de la teoría Darwiniana.

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