Golpe de Estado continuado

El vaciamiento de los pilares de la Transición

Juan de Lillo

Cada día que pasa, Pedro Sánchez nos sorprende con un golpe de Estado que poco a poco va vaciando las alforjas que hace cuarenta años habíamos llenado de ilusión y esperanza para el camino que se nos abría, sin curvas peligrosas ni socavones insalvables, y de ese modo enderezar los peores trazos de nuestra historia. Pero el gran trilero decidió que, para perpetrar ese delito político continuado, no echará mano del arcabuz, como era prescripción en el pasado, sino que le sirven los hijos de los asesinos y los que conspiran e incurren en sedición, eliminada del Código Penal y servida a la carta; de los que quieren asaltar la Constitución, socavar la Corona y someter a los jueces para quedarse con el solar de todos y quebrar, en su beneficio, el sistema de convivencia democrática que disfrutábamos.

Y, así, para que el gran felón se mantenga en el sillón, entregó a su "escogida" mayoría del montón, podemitas, independentistas y bildutarras, los libros sagrados de nuestras leyes. Un amigo comentaba con desaliento que muy listos son los conspiradores y enemigos confesos de España, que fueron logrando sus metas sin más esfuerzo que el de amenazar a Sánchez con perder La Moncloa. Porque quien nos manda (¿), está dispuesto, ya se ve, a todo para satisfacer los delirios de su vanidad y acercar al país a la bananería totalitaria que ejercen algunos sátrapas hispanos. Pues, visto lo que vemos, si la democracia no lo remedia y no la ayudamos, creo que España no soportaría un nuevo mandato de la "secta" escindida del PSOE y que encabeza el gran tratante. Mienten, adulteran, insultan, abren brechas en la convivencia y sueltan a los ladrones, todos sabemos cuales, y ensalzan a los delincuentes como necesarios compañeros de viaje. ¡Menudo viaje! Y, además, para tapar el desaguisado, anuncia medidas económicas que, según dicen algunos expertos, son pan para hoy y hambre para mañana. Y para mantener el "equilibrio", sube impuestos y así quien sale ganando sea la buchaca del Gobierno, para sus manejos en tiempo pre-electoral. A ver que nos dice el tiempo.

Si no fuera porque la España de hoy es un drama y la situación invita al pesimismo, se me habría escapado la risa cuando los del poder de la izquierda y sus agregados, hablaron de que la derecha había dado un golpe de Estado, atentado contra la Constitución, un nuevo 23F. El golpe de Estado ya lo dieron los catalanes y piensan repetirlo según su presidente, y lo vocean cada día. Especialmente ahora que Sánchez los avala con todas las facilidades para el intento, porque, aunque diga que referéndum no, el mal ya está hecho. ¿Un nuevo 23F como se inventa la izquierda, aunque sólo sea imaginario? ¿Para que las cámaras, también imaginarias, descubran a sus señorías cuerpo a tierra, salvo tres, que todos sabemos quiénes fueron? No, por Dios. Los españoles no soportaríamos una nueva exhibición de los representantes del pueblo al que representan, eso dicen, escondidos bajo sus sillones, claro, imaginarios. Todo palabrería para ahuyentar al sentido común. Palabrería, puro globo de aire, que siempre manejaron como nadie.

Pero yo creo que eso de que "nos representan" es pura teoría, porque, como se ve, algunas leyes de la felonía no pasan por el hemiciclo para la discusión de los diputados, sino que nos las imponen, y la imposición en democracia no existe. Esto que perpetraron la "secta" del PSOE, no todo, el conglomerado de Podemos, los separatistas, los hijos de los asesinos de ETA y el espolvoreado de afines sueltos, despide un tufo totalitario que no es otra cosa que el destilado de las ideologías que confiesan, pero no son más que puro y duro asalto por etapas al poder.

Todo esto tiene alarmados a muchos españoles, incluidos numerosos militantes socialistas, algunos expulsados por críticos insoportables para el "sanchismo"; un grupo que definitivamente está más cerca del ideario podemita que del socialismo. Los hechos avalan esta afirmación. Y hasta aquí los hechos. Pero ¿qué nos espera? ¿Cuál va a ser el desenlace de esta aberración que vivimos? ¿A dónde nos quieren llevar estos asaltantes del Código Penal, de la Constitución y de la separación de poderes? ¿Van a seguir los delincuentes imponiendo sus propias condenas? ¿Los políticos ladrones seguirán robando porque les viene muy bien a los suyos, que es cosa de su banda? Porque robar, lo que se dice robar, ahí están los ERE, el mayor latrocinio conocido en España y entorno.

Todas estas preguntas deberíamos hacérnoslas cada día por la mañana, como si fueran el rezo de nuestras oraciones, y reaccionar frente a tanta afrenta para evitar que estos asaltapoderes nos lleven a engrosar la bananería totalitaria. Tengo una morbosa curiosidad por conocer hasta donde llega nuestra estupidez.

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