El banco de los millonarios de Ibias

Francisco García

Francisco García

Hubo un tiempo, y no hace tanto, en que fabricar periodismo de inmediatez resultaba más laborioso que hoy en día. Pero se hacía, en tiempo y forma; y con sobresaliente, como ocurrió el 5 de enero de 1993, fecha en que decenas de vecinos de Cangas del Narcea e Ibias resultaron agraciados con el Gordo del Niño, una millonada más que decente, aún en pesetas. Tras conocerse la noticia a mediodía, quien firma estas líneas y un fotógrafo inmenso, Nacho Orejas, partimos a toda prisa de Oviedo en dirección al Suroccidente, por carreteras entonces enrevesadas, como si fueran trazadas para el Dakar. No existían los móviles, ni los portátiles, ni se habían inventado las cámaras digitales. Había que llegar hasta allí, en un invierno crudo, obtener la información en tiempo récord, fotografiar a los protagonistas, primero en Cangas y después en San Antolín, y regresar raudos. Arribar a Oviedo ya caída la noche, ponerse a escribir pendiente de la guillotina del cierre, revelar las imágenes en el cuarto oscuro… Aquello era un disparo inmenso de adrenalina.

El día después, ya festividad de Reyes, tomó el relevo el corresponsal en la comarca, el inefable y añorado Jorge Jardón, descubridor durante décadas de inmensas historias de interés humano. Jardón hacía doblete: era escribiente y fotógrafo. Y de su ingenio surgió una fotografía deportada histórica en La Nueva España de la época del blanco y negro: reunió en un mismo banco de la iglesia de San Antolín a varios de los millonarios de Ibias, ojerosos y sin afeitar, desaliñados, después de una noche inabarcable de jarana, bailoteando al ritmo de una orquesta de El Ferrol, contratada de urgencia. En aquella bancada se arrodillaron aquel día más de 700 millones de pesetas. Hasta el cura, Don Horacio, llevaba un décimo premiado.

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