Gracias decano, adiós Manolito

La Facultad de Biología llora la pérdida de Manuel Martínez, que desempeñó su cargo académico con compromiso y dedicación, y siempre sonriente

José Manuel Rico

José Manuel Rico

Parece tópico recordar que escribir sobre alguien que ha fallecido suele convertirse en una hagiografía más que un recordatorio, pero en el caso del decano Manuel Martínez Esteban, Manolito, como todos lo conocimos y él prefería a las dignidades de "señor decano", es obligado reconocer, sobre todo, la bonhomía y la cordialidad de una persona maravillosa. Cuando se reconoce el carácter de una persona se hace porque la personalidad trasciende al cargo que ocupaba o a las características profesionales, y sin duda este fue el caso de Manolito. Y eso que fue un decano comprometido y dedicado.

Gestionó como decano un periodo de cambios de mucho calado para la Facultad de Biología. La transición de Bolonia y los nuevos programas de Máster se fraguaron en gran medida gracias a su trabajo duro y comprometido, y constituyen hoy en día parte fundamental de la Facultad de Biología. En un periodo de incertidumbres, en el que las normativas estaban poco definidas, con su característica humildad, Manolito fue capaz de dotar de contenido a todas estas iniciativas, que en esa época estaban en pañales.

Impulsó el Máster Erasmus Mundus en Biodiversidad y Conservación Marina, facilitando desde el Decanato la gestación de un programa internacional pionero en la Universidad de Oviedo que se imparte todavía hoy, 14 años después. Durante su mandato, se empezó el diseño del Grado en Biotecnología, y su gestión sentó las bases para la actual configuración de cuatro años de la titulación de Biología, quizás el aspecto más visible del proceso de homologación de Bolonia.

Manolo era una bellísima persona con un increíble talante. Por difíciles que fueran las circunstancias, por duro que fuera el trabajo, siempre estaba ahí con su sonrisa y su ánimo, trabajando duro y haciéndonos fácil el trabajo y la convivencia a los demás. No podemos recordar ni una sola palabra negativa, ni un desánimo: a tirar para adelante y a resolver los problemas y las miles de minicrisis que se encuentran las facultades día a día. Supo transmitir la necesidad de ir adaptando los estudios de Biología a esta novedad por venir, promovió las conferencias "Otra Biología" que servían para dar a conocer esta ciencia, más allá de las restricciones de la lección magistral a nuestros estudiantes, y fue un decano cercano y siempre disponible para todos.

Además fue un investigador con contribuciones importantes en el campo de la Biología aplicada a la sanidad. En sus últimos años de investigación estuvo activamente involucrado en el diseño y desarrollo de técnicas de ingeniería tisular aplicadas al trasplante de islotes de Langerhans. Estas implican el uso de distintos tipos celulares, incluidas células madre mesenquimales, junto con plasma sanguíneo para el xenotrasplante de islotes funcionales (trasplante entre especies, rata-ratón en este caso). Pudo comprobar que la cooperación de los distintos tipos celulares modulaba la presencia de señales bioquímicas que permitían la supervivencia y la funcionalidad de los islotes trasplantados. El desarrollo de estas técnicas se planteaba como una más de las opciones en el tratamiento de la diabetes tipo I.

Más allá de la Universidad, era alegre y siempre con una sonrisa disfrutando de esas pequeñas cosas como salir con los amigos, especialmente la peña de Gijón. Se mantenía en contacto con sus antiguos compañeros del instituto Jovellanos, y disfrutaba siempre yendo de monte. También era un gran cocinero y amante de la música, en especial del flamenco y la música clásica. Padre de una hija, Ana, la llegada de su primera nieta el año pasado le llenó de felicidad.

La Facultad de Biología llora con enorme pena esta pérdida, pero recuerda con orgullo a este gran decano. Adiós, Manolito, hasta siempre.

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