Ser padres hoy

Juli Disla y Juame Pérez estrenaron "La suerte" en noviembre de 2020. En el pararinfo de la Universidad Jaume I de Castellón (los dos son valencianos). Anteanoche, el club del Niemeyer acogió la versión en castellano de aquel drama que los dos componentes de la compañía Disla&Pérez llaman "historia de un encuentro". Y puede que esté bien esa manera de resumir la fábula que se presenta sobre la escena. Sin embargo, parece que eso es una forma muy corta de contar lo que se desarrolla bajo los focos: dos chicos de veintitantos se conocen en una disco y hasta casi dos décadas después no logran materializar su deseo de ser padres. En el medio, la aprobación del matrimonio para todas las personas, las ganas de repartir amor, el miedo a hacerlo… Todo eso en poco más de setenta minutos. El proceso burocrático de ser padres hoy y todos sus líos.

El problema de la fábula es precisamente la subordinación de lo que se quiere contar al modo en que esto se va a contar. "La suerte" es un drama enclavado dentro de eso que últimamente se llama teatro documento: llevar la realidad a la ficción. Lo hizo Truman Capote hace la tira con "A sangre fría" y no hace tanto Javier Marías en "Negra espalda del tiempo". Y en teatro los ejemplos son innúmeros. Los más destacados: "Ruz / Bárcenas", "Jauría", "Por Arthur", por ejemplo (las tres de Jordi Casanovas). La elección de la forma de representar la fábula no lleva la virtud de forma intrínseca. Eso resulta indiferente al espectador hasta cierto punto. Lo que uno quiere es disfrutar del teatro, que eso esté basado en hechos reales, pues guay, es un aliciente. Pero sólo un aliciente.

Disla –que firma el guion– decide que lo mejor es colocar a sus criaturas a contar directamente a los espectadores. Unas veces emociona, otras convoca la sonrisa y siempre enternece. Pero uno echa de menos hacer que la realidad se desarrolle según leyes de la ficción. O sea, más mimesis y menos historia. Ya dijo Flaubert: "Todo lo que uno inventa es verdad".

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