Lo que hay que oír

En Cudillero hablan uruguayo

Historias de extraterrestres

cudillero uruguayo

cudillero uruguayo / Ilustración: Pablo García

Francisco García Pérez

Francisco García Pérez

Cuentan que en cierto curso universitario veraniego citaba, años ha, el colosal Forges (escribir "el humorista gráfico Forges" sería menoscabarlo de narices: qué carencia más grande para quien no lo conozca, ay mamina) que había una frase en español imposible de traducir a otra lengua conservando a la vez su pleno significado tanto expresivo como objetivo. Hela aquí: "No, si ya verás tú como…". Hay ahora muchas más, en su mayoría producto de la indigencia intelectual y la sacralización de los deícticos y la madre que los trujo: "Hay ahí eso de aquello que ya se lo dije que lo sabías…", cosas así. Sin embargo, hay otras frases intraducibles llenas de voluntad de estilo y no preñadas de impotencia comunicativa. Fíjense: "Ya si eso lo vamos viendo y según lo que te cuadre me das un toque, tiro p’alante y ya luego lo que sea". ¿A que todo castellanohablante la puede descodificar? Me pregunta un sobrino, que estudia Traducción e Interpretación en la Complutense, si conozco en asturiano algún enunciado asimismo indecible en otros idiomas. Le recuerdo, en primer lugar, que –como ironiza Milio R. Cueto en el remate de sus artículos semanales en estas mismas páginas– es el asturiano una "llingua inconstitucional que, oficialmente, nun esiste". En segundo lugar, me viene a la memoria el perfecto y pesimista "Nun aquello", redonda respuesta que dio un paisano sabedor de tonada astur al periodista que le inquiría sobre el futuro de la misma: "Ta la cosa mal porque la mocedá de güei… nun aquello". ¿Cómo verterlo al español siquiera? ¿"Veo mal el futuro debido a que la juventud de la actualidad no muestra el interés ni el estudio que, de haberlos, auguraría un razonable o exitoso porvenir"? Aun así quedaría incompleto su sentido. Aun así "nun aquello".

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Me alegra que (o me alegro de que) la periodista Sara Carbonero siga adelante y con buen pronóstico de su intervención por el cáncer sufrido. Hago votos para que sea pronta y muy satisfactoria su victoria sobre el bicho. Deseado firmemente lo cual, leo sus declaraciones optimistas al salir del centro hospitalario. Tira adelante con valentía y confiesa lo que ciertas palabras la ayudaron a ver la luz: "Me quedo además con una frase de uno de mis médicos que será mi mantra desde hoy: ‘Cada día tiene su afán’. Que todos consigamos encontrarlo en las pequeñas cosas”. Pues muy bien. Pero tan sentencioso y presuntamente motivador refrán, proverbio, adagio o paremia (tan caro también al escritor Luis Landero) ni es original del doctor de Carbonero, ni va en el sentido que ella usa. Proviene, por el contrario y salvo mejor opinión, del Evangelio de San Mateo (6:25, 34): "Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal". Y, como ven ustedes, viene a significar que bastante tiene uno con las movidas de hoy como para andar preocupándose por las de mañana. Acaso la periodista Carbonero (y todos) deberíamos leer más. Deseo su restablecimiento con total sinceridad.

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Paso ante la tele encendida para cenar sentadito una tortilleja francesa y distraerme si tal cosa pudiere. Dan un concurso. Pregunta el preguntador a un sesudo participante: "¿Cuál es el habla local del pueblo asturiano de Cudillero?". Respuesta inmediata del respondedor, tan fresco y veloz y sin tono de broma alguno: "El uruguayo". Apago la tele. Vuelvo a la cocina. Dejo la tortilla. Me sirvo un potente antiácido. No sé quiénes son ni de dónde vienen estos extraterrestres, pero ya están entre nosotros.

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¿No toca esta semana calambur? ("Que nos sigas calambureando bien", me deseó jocoso el otro día Xuan Xosé Sánchez Vicente) Pues claro que toca. Y mi amigo invisible cumple: "Miles partió", me dice al teléfono. No lo entiendo. Me aclara, con paciencia, que leído ligero, a lo veloz, sonaría igual que "Mil es par, tío".

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