L’aprecederu

Descreídos y creyentes

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Ha armado una buena escandalera la cabalgata de Reyes de Xixón. La razón ha sido su "heterodoxia", con elementos poco afayadizos, algo antroxeros y verbeneros. Las críticas, de la oposición; también de cientos de ciudadanos.

La defensa ha venido del Ayuntamiento, asimismo de algunos colectivos y algún columnista, más o menos laicistas. Y aquí está, creo, el meollo de la cuestión: a una parte de los grupos gobernantes les cuesta asumir el carácter "tradicional", es decir, de base cultural cristiana, de esta y otras celebraciones, y pretenden meter su cucharadita de laicismo en ellas. Pero cada cosa es como es, y, si se quiere ser "auténtico", pues se suprime la participación del Ayuntamiento en toda festividad de raíz cristiana.

La defensa más divertida de la cabalgata ha sido la de la gerente de Divertia, la organizadora del desfile: "Un éxito. Hubo 200.000 espectadores". Como si, dejando a un lado la precisión del cómputo, la concurrencia no fuese previa al desfile. El éxito o el fracaso lo señalan las críticas o los aplausos posteriores.

En otro orden de cosas, abluco ante la unanimidad con que empresarios, sindicalistas y políticos se congratulan por el nombramiento para altos cargos estatales de Francisco Blanco y de Luis Ángel Colunga. Todos convencidos de que esas presencias en la Administración del Estado traerán beneficios para Asturies.

¡Como si mirando hacia atrás encontrásemos muchos ejemplos de que la presencia de asturianos en "Madrid" hubiese supuesto para nosotros grandes beneficios! ¿Recuerdan qué significó para nuestra ganadería la entrada en la UE? ¿Cuántos altos cargos, ministros y diputados estuvieron en contra del nuevo trazado ferroviario? Y ahora mismo, ¿cuál es el beneficio para nuestros paisanos de la presencia institucional de Hugo Morán?

Me admira la profunda fe de tantos asturianos, su condición de confiados y entusiásticos creyentes, pese a todas las evidencias de la historia.

De los escarmentados nacen los avisados, dicen. Pues no.

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