Escenarios posibles en Ucrania

Tras la primera victoria rusa en la guerra contra Kiev

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

Rusia se apunta una primera victoria en la guerra de Ucrania. ¿Indica esto un cambio de tendencia? Se me ocurren seis posibilidades de evolución futura de este conflicto. Rusia puede ganar si flaquea el apoyo occidental a Ucrania porque Rusia es mucha Rusia, puede tener la ayuda de Bielorrusia y porque la desproporción de fuerzas en presencia es brutal a pesar de sus errores en el campo de batalla. Si gana, Ucrania pierde y también lo hacen Occidente y la OTAN, nuestros valores y la misma Carta de la ONU. El triunfo del agresor podría animar otras agresiones de Rusia (Georgia, Bálticos) o de la misma China (Taiwán), reafirmados en su convicción de la decadencia irreversible de Occidente y en la superioridad de los totalitarismos sobre las democracias, lo que llevaría a un mundo dividido en facciones antagónicas.

Si Rusia pierde, las cosas no son mucho mejores. El fracaso en su ambición de reconstruir el imperio soviético y su influencia global conduciría a una Rusia humillada y deseosa de revancha, como Alemania en 1919. Su derrota abriría al menos tres posibilidades de futuro: un Kremlin abierto a la negociación; un ataque desesperado con armas químicas, bacteriológicas e incluso nucleares; o el colapso del régimen y su sustitución por no se sabe qué. En todo caso, una derrota espolearía el nacionalismo revanchista contra EE UU, Europa y la OTAN.

Si se llegara a un acuerdo negociado, como antes o después sucede en todos los conflictos, los dos deberían poder decir que han ganado y eso inevitablemente llevaría a algún tipo de canje de paz por territorios en el que Ucrania siempre perdería y Rusia siempre ganaría porque una retirada total rusa de los territorios anexionados de Donetsk, Luhansk, Jerson, Zaporiyia y Crimea no es realista salvo en un escenario de colapso en el Kremlin. Pero antes de comenzar a negociar debe producirse un empeoramiento para ambos de la actual situación porque nadie negocia mientras mantiene esperanzas de ganar.

La guerra puede empantanarse y los frentes estabilizarse en trincheras como en 1914-1918, algo que parece estar ocurriendo y que quizás Moscú vería a corto plazo como un mal menor mientras se rearma. El daño económico sería enorme para todos porque la guerra está detrás de la inflación, del precio de la energía, de la escasez de alimentos y de la ralentización del crecimiento global.

La relación trasatlántica sufriría porque los europeos salimos peor parados que los norteamericanos y también podría resquebrajarse la unidad hasta ahora mantenida por los 27.

Finalmente no hay que descartar un golpe de Estado en Moscú ante los fracasos militares y el impacto de los ataúdes y de las sanciones. Las hostilidades se trasladarían desde los campos embarrados de Ucrania a los pasillos alfombrados del Kremlin pero no serían menos crueles. El nuevo régimen podría ser cualquier cosa: mucho más agresivo si se impusieran los halcones que hoy rodean a Putin, o más contemporizador si llegara al poder alguien que pusiera fin a los combates como ocurrió en 1917 cuando los bolcheviques derribaron al Zar y se retiraron de la Gran Guerra. En todo caso sería muy difícil que llegara al poder un demócrata a la occidental.

En los supuestos segundo y quinto habría que considerar la posibilidad de que la frustración alumbrase una revolución como ocurrió tras la derrota ante Japón en 1905, o que se deshiciera la Federación Rusa como se deshizo la URSS en 1991 tras el fracaso de Afganistán. Rusia podría caer en un conflicto civil con separatismos violentos que provocaran inestabilidad generalizada, fuertes flujos migratorios y mayor incertidumbre económica a escala global. Rusia se retiraría entonces del Cáucaso, Oriente Medio y Asia Central desatando una pugna entre otros países (China, Turquía, Irán...) por ocupar ese espacio.

Dejo fuera la sexta y preocupante hipótesis –pero no descartable– de que por diseño voluntario o por errores de unos y otros el actual conflicto en Ucrania derive en una guerra mayor entre Rusia y la OTAN porque entonces... apaga y vámonos.’

Y cuando la guerra termine, y si se dan las circunstancias favorables (?), los europeos deberíamos plantearnos cómo atraer a Rusia a nuestra órbita, separándola de China y evitando caer nuevamente en los errores que unos y otros cometimos al final de la Guerra Fría. Porque lo que es seguro es que, pase lo que pase, Rusia seguirá siendo nuestra vecina.

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