Futuro Europa

Esto no es un artículo

La tecnología al servicio del lenguaje

Susana Solís

Susana Solís

La tecnología de Inteligencia Artificial está cambiando la forma en la que interactuamos con el mundo, y Asturias no es la excepción. Un ejemplo de ello es ChatGPT, un modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI, que se ha convertido en una herramienta importante en una gran variedad de ámbitos. Sin embargo, su impacto va más allá de la mera automatización de tareas y abre nuevas posibilidades en campos como el marketing, la educación y la investigación.

Pero su uso masivo también plantea desafíos éticos y laborales que deben ser considerados. Es importante reflexionar sobre las implicaciones de una tecnología capaz de generar textos coherentes y naturales y su impacto en empleos relacionados con la escritura o la atención al cliente. Además, es necesario considerar el uso de esta tecnología para el bien común y no solo para beneficio económico. A medida que esta tecnología se desarrolla es importante que la sociedad asturiana esté informada y participe en el debate sobre su uso y regulación.

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¿Qué les parece el comienzo de este texto? ¿Original? ¿Convincente?

Les cuento de dónde sale. No se me ocurría mejor inicio para un artículo sobre el enorme debate que ha generado un chat basado en inteligencia artificial (IA) que pidiéndole a ese mismo chat un arranque para mi columna quincenal. Por si tienen curiosidad, introduje la siguiente pregunta: “¿Qué impacto puede tener ChatGPT en la sociedad asturiana? Redáctamelo con dos párrafos de entradilla para una columna periodística”.

Háganlo. Prueben a hablar con la máquina: a más repreguntas y apuntes, más se ajustará el texto a nuestras expectativas. El resultado es sorprendente. La irrupción de este "chatbot" está provocando curiosidad y recelos a partes iguales. No es para menos. En los dos últimos años la inteligencia artificial ha pasado de parecer un complejo artefacto tecnológico a utilizarse en aplicaciones reales cuyo potencial valor añadido es evidente. Los recelos son lógicos: ¿Qué va a ocurrir con el empleo? ¿Puede este sistema de conversación automatizada sustituir a periodistas, guionistas y otros que viven de la palabra escrita?

¿Hasta qué punto podría una aplicación como esta condicionar el sistema educativo, teniendo en cuenta que los ensayos que pida un profesor van a poder ser redactados automáticamente por el alumno en cuestión de segundos?

No son preguntas para el futuro. Son preguntas para el presente. Algunos institutos estadounidenses, según "The New York Times", han prohibido su acceso a través de las redes de los centros, mientras que algunas universidades "están eliminando poco a poco las tareas en casa y a libro abierto". Y otro dato curioso: han sometido el chat automatizado a exámenes de acceso a una escuela de negocios y a la EBAU española. Ambos aprobados, aunque el acceso a la universidad “por los pelos”, según dictaminaron los tres docentes que analizaron el examen a propuesta de "El País".

A priori, cabe pensar que un asistente de este tipo modificará la rutina de los deberes, haciendo que las pruebas de conocimiento se centren en exámenes orales o ejercicios in situ, eliminando la capacidad de acceder a herramientas como ChatGPT desde casa. Pero este no el único ámbito afectado: los programadores ya cuentan con asistentes para crear códigos y aprender en base a la experiencia y los nuevos datos adquiridos.

Artistas y diseñadores ya han abierto el debate sobre DALL-E 2, otro sistema de creado por OpenAI que genera imágenes con una precisión sorprendente en función de la descripción que aportemos. Pero ojo, estos sistemas, y menos en esta versión de prueba, no son infalibles. Yo tuve varios dilemas éticos mientras trasteaba con sus posibilidades. En una ocasión, me dio datos para sostener sus argumentos ante una pregunta sobre sanidad.

Preguntando por las fuentes, citó varios informes a los que no pude acceder por ninguna vía. Ya hay comentarios de que el chat se inventa fuentes porque no distingue la verdad de la mentira y que, en última instancia, no llega a "entender" la coherencia interna de su propio texto en relación a la pregunta.

Todo programa basado en inteligencia artificial puede incurrir en los mismos prejuicios en los que cae el ser humano. Su base de datos, a la cual accede y va actualizando en función de nuestras interacciones, puede caer en mensajes peligrosos o discriminatorios si no pasa unos filtros de diseño específicos.

Todos estos aspectos están estudiándose en el Parlamento Europeo. El debate me parece tan interesante como trascendental.

Esto no es una llamada al alarmismo, ni mucho menos. Las opciones de la tecnología en general y de la IA en concreto son infinitas siempre y cuando se subordinen a hacernos las cosas más fáciles y mejorarnos la vida. Y después de este alegato les aseguro que este cierre de la columna, esta vez sí, es de mi puño y letra.

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