Cascos, Narváez y el caballo de Espartero

Francisco García

Francisco García

La número dos del Ministerio de Transportes, Isabel Pardo de Vera, relató esta semana, en su visita de gesto expiatorio a Asturias para explicar el nuevo retraso en la apertura de la Variante de Pajares, un episodio que vincula a Francisco Álvarez-Cascos con “el espadón de Loja”, Ramón María Narváez y Campos, militar y político español del siglo XIX que fue Presidente del Consejo de Ministros en siete ocasiones.

Pardo de Vera dio cuenta de una reunión con Cascos en Madrid en la que el entonces presidente de Foro dijo, con respecto a la llegada del AVE a Asturias, que con esa obra se haría “lo que a mi salga de los cojones”, en un arranque desmedido de testosterona. Cuentan las crónicas que en una reunión del Consejo de Ministros presidido por Narváez en la que se debatía un cambio en la Constitución, era menester crear una comisión a tal fin y uno de los integrantes, Manuel de la Pezuela y Zeballos, marques de Viluma, se negó a aceptar a alguno de los integrantes. Con aspavientos, De la Pezuela dijo que jamás tomaría la pluma para firmar tal designación. Narváez, contrariado y retador, respondió: “Usted coge la pluma ya con la mano derecha y, con la izquierda me toca usted, si lo tiene a bien, los cojones”. El marqués firmó de inmediato.

A esa época convulsa corresponde también la figura de otro espadón cuya estatua ecuestre en Madrid muestra los generosos atributos testiculares de su montura. De Cascos dijeron hagiógrafos que los tiene como el caballo de Espartero, pero la metrosexualidad se antoja ya cosa rancia. Ahora que le afloran enemigos como champiñones, habrá que pensar que en el epitafio político del ex general secretario se escribirá: “No tengo enemigos, los he fusilado a todos”. Igual que dijo Narváez a su confesor en el lecho de muerte.

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