La variante de Pajares, cambio de época para Asturias

El esfuerzo político que en su día se hizo y los resultados

Gaspar Llamazares

Gaspar Llamazares

La noticia de un nuevo retraso en la finalización de la variante de Pajares ha caído como un jarro de agua fría sobre las expectativas y la ilusión de los asturianos. Algo lógico después de más de dos décadas desde su aprobación, tornando la esperanza de su próxima finalización por la también natural decepción. Lo que no nos justifica para adentrarnos en la espesa niebla de un clima de agravio, frustración y últimamente del señalamiento de culpables que, en este momento decisivo, nos aboca además a la parálisis.

Puestos a buscar culpables, algunos medios de comunicación, tan dados como nosotros los políticos a caer en la tentación del fácil populismo, ya han encontrado el culpable en la política y en la política y los políticos de uno y otro lado de la cordillera cantábrica. En nuestros debates partidistas, al parecer según ellos desconectados de la realidad, como si está fuese solo la ejecución técnica de la obra. Lógicamente, a todo ello también se han sumado algunos técnicos y expertos que aprovechando el río revuelto y a tenor de sus informes y declaraciones coinciden en la culpabilidad del chivo expiatorio de la política. ¡Que les corten la cabeza!.

Pero no es verdad que todo ha sido una mentira, como ha asegurado en el mismo sentido el alcalde de Oviedo. No lo es para los que estuvimos en la reivindicación inicial de la Plataforma pro variante de Pajares ni en la exigencia y el seguimiento de tan magna obra en el Congreso y en la Junta General ni tampoco ahora ante su próxima finalización. El reiterado incumplimiento de los plazos y la decepción por un nuevo incumplimiento no nos puede llevar a olvidar las enormes dificultades para conseguir que el Congreso de los Diputados tomase a finales de los años noventa la decisión de construir la variante de Pajares mediante una ley, algo sin precedentes, ni tampoco las dificultades técnicas, políticas y sobre todo presupuestarias de una obra tan singular como compleja y sobre todo cara, muy cara, comparable con muy pocas obras Europa. Por eso, ahora que estamos a meses de su finalización lo que tenemos que hacer no es bajar los brazos ni buscar culpables, sino mantener la presión para que la obra culmine en el mínimo plazo contando con todas las garantías técnicas y de seguridad. Es verdad que la fecha del mes de mayo era simbólica en términos políticos y electorales, y quizá también turísticos, pero lo fundamental es garantizar su funcionamiento durante 2023.

Algunos olvidan que ha sido la buena política y la sociedad civil asturiana las que en su momento supieron unirse en torno a una obra en la que ni todos los técnicos, ni los medios de comunicación, ni la planificación del ministerio ni el partido entonces mayoritario en los gobiernos asturiano y central creían necesaria y ni siquiera viable.

Se olvida también que más tarde las causas del retraso en la ejecución de la obra fueron fundamentalmente la conjunción de las dificultades técnicas, que haberlas las hubo tanto en los túneles como en la estabilización de la montaña para evitar los argayos, junto con las restricciones presupuestarias en una época jalonada por las crisis económicas, las políticas de estabilidad y austeridad y los recortes. Es verdad que a éstas razones vino a sumarse el debate político en torno al ancho y las características de la vía y del futuro tren, todo ello muy unido al modelo económico que unos y otros pretendían para el futuro de Asturias, donde unos primábamos el modelo industrial y la necesidad de una vía de velocidad alta compatible con viajeros y mercancías y otros tan solo el mimetismo de tener una alta velocidad como el resto de España con el turismo como enseña, pero que tanto este debate como el retraso provocado fueron sobre todo algo de una importancia menor en relación a la razón de fondo que no fue otra que las graves restricciones tanto en la previsión y sobre todo de la ejecución presupuestaria.

También se trata de achacar todos los problemas a la política, entendida ésta de forma demagógica como mero politiqueo, para no señalar que han sido primero las resistencias del PSOE, pero sobre todo la división de la derecha la que ha utilizando como arma arrojadiza bien los hilos de la Variante, el carácter mixto de la obra o el debate sobre la alta velocidad y la velocidad alta o las altas prestaciones, la que ha embarrado la ejecución de la obra.

Añadir entonces la necesidad de modernizar la línea entre Pola de Lena y Oviedo y Gijón, con unas dificultades de trazado y un coste entonces inasumible, no hubiera hecho más que distraer la prioridad política y presupuestaria de culminar la Variante. A cada día su afán. No obstante, pensando en Asturias como un territorio compacto, como sucede en toda Europa con espacios cívicos como Asturias, Pola de Lena es una bella puerta de entrada que impulsa la vertebración de todo el territorio. Hay que cambiar la forma de pensar Asturias.

La principal característica que se nos reconoce al pueblo asturiano ha sido nuestra capacidad de resistencia frente al infortunio pero también frente a la explotación y la opresión. Así lo fue en Octubre del 34, en la resistencia antifranquista y en las movilizaciones de mineros y metalúrgicos para mejorar sus condiciones de trabajo y para mantener la actividad industrial en nuestra tierra, como la manifestación de 1881 a causa del trazado de la vía de pajares y más recientemente para demandar una obra tan esencial como la Variante.

No nos podemos permitir que esta resistencia activa se convierta ahora en la pasividad de la queja y el agravio. Eso sí sería decadente y Asturias no está en decadencia, todo lo contrario está ante un cambio de época que puede ser esperanzador, depende también de la política.

Suscríbete para seguir leyendo