Análisis | Las desventuras del tren en Asturias

La diferente vara de medir ante los fiascos del AVE y Feve

Vecinos de Santa Marina, en Cudillero, midiendo el ancho de un túnel de la antigua línea de FEVE

Vecinos de Santa Marina, en Cudillero, midiendo el ancho de un túnel de la antigua línea de FEVE / MIKI LOPEZ

Ramón Díaz

Ramón Díaz

El inconcebible error en las medidas de los túneles de la línea de Feve ha puesto colorados a los responsables de Renfe y Adif y, por extensión, a los jefazos del Ministerio de Transporte. No es para menos. La mandamás de ese departamento, Raquel Sánchez, se ha apresurado a prometer que habrá ceses fulminantes allí donde se encuentren responsables, sea en la operadora, sea en el administrador ferroviario. Seguramente es justo que los haya, no para suavizar el sonrojo, que no será fácil, sino para castigar el retraso de tres años que supondrá la equivocación en la llegada a Asturias y Cantabria de unos trenes largamente prometidos y absolutamente necesarios.

Pero –siempre hay algún pero–, sin quitar importancia al ridículo de los convoyes de Feve, que es mayúsculo, si como es lógico deben rodar cabezas por ese motivo, ¿qué debería rodar por el desastre de la variante ferroviaria de Pajares, que después de acumular trece años de retrasos inexplicados y promesas incumplidas todavía va a sufrir –en realidad lo sufrimos los ciudadanos– otra demora más? ¿Cómo habría que actuar ante una obra que ha visto, por ejemplo, levantar kilómetros de vías ya instaladas, anular contratos ya iniciados o cambiar de planes y proyectos ya tramitados una y otra vez? ¿Qué merecen los responsables de que la Variante vaya a costar más del doble de lo estimado inicialmente y que su construcción dure el triple de lo prometido?

A cualquier pesimista se le ocurriría en este punto otra pregunta: ¿No será que se está magnificando este último esperpento de los trenes de Feve para tapar los incontables desaciertos ocurridos en la Variante, en especial el último retraso a solo unos meses de unas elecciones?

Porque, sin entrar en detalles, la diferencia más visible es que en el caso de los trenes de Feve todo indica que se rebuscarán culpas entre los técnicos y los funcionarios –aunque al final casi seguro que sea cesado algún cargo de libre designación que quizá no tenía ni idea de lo que firmaba o de lo que firmó algún subordinado suyo–, mientras que en el caso del AVE a Asturias habría que buscar responsabilidades entre los políticos que no pudieron, no supieron o no quisieron dar el aire requerido a una obra vital para Asturias. Y eso ya es otro cantar. La vara de medir es diferente, tal vez, porque "dimisión" y "político" son términos lingüísticamente incompatibles, ya que resulta casi imposible que aparezcan en la misma frase.

Resulta sorprendente, en todo caso, un contrasentido relacionado con la velocidad y estos dos fiascos que tanto nos afectan. Porque la inusitada rapidez con la que se anuncian ahora ceses por el caso de los trenes fallidos de Feve contrasta con la exasperante lentitud de las obras en la variante de Pajares y los tramos inmediatos. O sea, que la reacción al yerro de Feve avanza a velocidad AVE, mientras que las obras del AVE avanzan a velocidad Feve. El mundo al revés. Spain.

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