Un tren en vía muerta

El encargo de unos vagones para Feve que no entran en los túneles

via tren

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José María Ruilópez

José María Ruilópez

¿Un tren que no pasa por un túnel y se dan cuenta ahora? ¿Por qué es más grande el vagón que el hueco del túnel? Ya lo sabe todo el mundo, incluidos los presidentes de los gobiernos de las comunidades de Asturias y Cantabria, que son las afectadas. Es algo de vergüenza. ¿En manos de quién estamos? Claro, tiene una explicación, tantos años esperando el ansiado tren rápido y moderno para ir de Asturias a Madrid, que el tren, como los niños, con el paso de los años, van creciendo, y ahora, lo que antes era un bebé, después de tanto tiempo, ya no entra en la cuna, y la ropita de cuando tenía un año ya no le sirve. Vamos, que la cosa va de infantilismo, en realidad, es un problema biológico, no técnico. Los trenes crecen, pero la cavidad de los túneles no. He ahí la cuestión.

No, no se crean, no es tan sencillo meter una hebra de hilo por el ojo de una aguja de coser, hay que tener buena vista y ensalivar el extremo del hilo para hacerlo puntiagudo y que el aplomo del costurero dé con el punto exacto. Recuerdo cuando pequeño, que mis tías siempre me mandaban enhebrar las agujas, a mí y al resto de adolescentes de la época. Todo eso al ritmo de la popular canción de el "Chacachá del tren", escrita por Juan Manuel Orozco en los años cincuenta.

Siempre queda la solución ventilada, es decir, vagones descapotables. Cuando llegan al túnel se recoge la capota con un sistema eléctrico y se vuelve a poner a la salida, con la suerte de que si llueve pues no pasa nada, porque para eso está el túnel, entre otras cosas, para que no se mojen los vagones, y de paso se queden a oscuras los viajeros que miran por las ventanillas. Qué sería de los viajeros sin túneles. Que se lo pregunten a Agatha Cristie. ¿Cómo se las iba a componer para perpetrar sobre el papel los asesinatos en el Oriente Express?

Asturias y el ferrocarril nunca se llevaron bien. Con una montaña separando la Región de la Meseta es imposible tener una buena relación, salvo que las comunicaciones sean fluidas. Que no es el caso. Los anunciados trenes que no caben en los túneles es algo rocambolesco. 31 trenes por un valor de 258 millones de euros que se han quedado en vía muerta. Después de una inversión multimillonaria para perforar la montaña.

Si consideramos el tren como medio romántico de transporte, los túneles forman parte inseparable de los trayectos. Cuando el tren entra en el túnel se produce una oscuridad exterior plagada de incógnitas. Es el misterio de la claustrofobia, del temor a lo desconocido. Meter el pie en el anhelado zapato y que no nos apriete. La presión en los oídos saturados de traqueteo ferroviario. El balanceo en el coche cama, cuando el tren era posada nocturna para viajeros sin prisa. Bajar la cortinilla y esperar el futuro con un libro sobre persecuciones por el pasillo, pistola en mano. Desde el "Maquinista de la general", de Buster Keaton, hasta hoy han pasado muchos andenes. Además de "Extraños en un tren", de Alfred Hitchcock, o "El tren del infierno", de Andrei Konchalovsky.

Con esto de la cinta métrica de Adif y Renfe, que debía ser en pulgadas en vez de centímetros, se complicó toda la magia introductoria del tren en la oscuridad perversa de una noche a plazo fijo. Hay escándalo, que diría el gran Raphael, en los presidentes autonómicos. El asturiano más hierático, el cántabro compulsivo y desolado. La delegada del Gobierno, Delia Losa, notó que la situación le transformaba el apellido en nombre común. Ya me entienden, una pesada losa que no va a ser capaz de llevar ella sola, e intenta repartir el peso entre instituciones y otros organismos de atildada dialéctica, pero ineficaz significado. A todo esto la oposición recoge la cosecha, sabiendo que las elecciones municipales y autonómicas son en mayo. A túnel estrecho ganancia de opositores, diríamos en un chiste facilón. Antes se discutía con los tiempos empleados en recorrer los caminos de hierro de la capital del Estado hasta las comunidades uniprovinciales, ahora el colmo de la sorpresa es tener un túnel por el que no caben los vagones.

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