Opinión

Invasión alienígena

A tenor de las informaciones que nos llegan desde las agencias de noticias estadounidenses parecería que se nos está llenando el cielo de ovnis. O mejor dicho, de fanis, pues la nueva nomenclatura ya no habla de objetos voladores sino de fenómenos aéreos, que un ovni el imaginario popular lo relaciona con extraterrestres y no conviene introducir nuevos terrores en la ciudadanía, que bastante tiene con la cesta de la compra, la factura del gas y las bravatas de Putin. El caso es que uno, que es miope, pone la vista en el cielo y hasta una gaviota le parece una nave procedente de Ganímedes.

Lo que comenzó como una película de espías a cuenta del globo chino hecho añicos por las fuerzas aéreas de EE UU va camino de trocar en un filme de ciencia ficción, pues tanto el Pentágono como Pekín reconocen evidencias de artefactos desconocidos sobrevolando sus espacios aéreos. Y se han liado a tiros con ellos, de manera que por tal exceso de celo por salvaguardar cielo, mar y aire de la soberanía nacional pueden estar destripando un pájaro extraviado o achicharrando el dron de juguete de un escolar de Arkansas.

Tal vez alguna lumbrera ha ideado esta maniobra distractoria para que miremos hacia arriba mientras nos la cuelan por debajo. ¿Nos hallamos por fin a las puertas de una invasión alienígena o se trata de un anuncio sorpresa para la Superbowl?  Si lo que están derribando los americanos conforma la avanzadilla interestelar, ¿los visitantes del espacio exterior serán tan voraces como los lagartos de “V” o vendrán en son de paz y con música celestial como los seres de luz de “Encuentros en la tercera fase”?

Mientras nos preocupamos por la llegada de extraterrestres no prestamos atención suficiente a las barrabasadas de algunos terrícolas. Habría que crear una división de hombres de negro para vigilar a los hombres del saco, más peligrosos que los marcianos.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents