Opinión

Oncología del HUCA: el gran centro de alto rendimiento de la sanidad asturiana

El diagnóstico de un tumor pone en marcha un engranaje perfecto que se asemeja a los centros de alto rendimiento para deportistas

Una imagen del HUCA.

Una imagen del HUCA.

Los Centros de Alto Rendimiento (CAR) comenzaron a funcionar en el año 1987 y, junto con otros programas de apoyo, supusieron el despegue del deporte español y el éxito sin precedentes de las medallas obtenidas en Barcelona 92 y que sigue hasta la actualidad. Estos centros se encuentran agrupados por especialidades deportivas a lo largo de toda la geografía. Por eso, en este paralelismo, quiero referirme al "CAR de Oncología del HUCA".

Se comprobó que solamente un trabajo integral y multidisciplinar, de equipo, de coordinación de distintos especialistas que actuaran sobre el deportista podría dar los frutos que tan difíciles son de conseguir y que se traducen en medallas. Aquí, nuestro deportista se convierte en paciente, aunque la finalidad es la misma.

Esa misma idea la estoy observando en la especialidad que me ha tocado vivir. Aquí los entrenadores deportivos, fisiólogos, psicólogos, médicos especialistas en medicina de la educación física y el deporte, biomecánicos, preparadores físicos, etcétera, se sustituyen por oncólogas, radiólogas, especialistas en medicina nuclear, analistas de anatomía patológica, cirujanos generales y plásticos, anestesiólogas, enfermeras, auxiliares, técnicos... Un equipo completo y complejo con una gran calidad técnica y científica que busca, al igual que en el deporte, la medalla de oro, es decir, la curación de la paciente.

Todo comienza con un diagnóstico con mal pronóstico. A partir de este momento, arranca una maquinaria de máxima precisión. El equipo de técnicos y especialistas forman un engranaje donde cada pieza está coordinada con máxima precisión. Como en el deporte, ese equipo multidisciplinar, capitaneado por la doctora Yolanda Fernández, de patología mamaria, trabaja con un objetivo claro buscando el camino del éxito, la curación total.

Al igual que el deportista, la paciente se somete a duras sesiones de tratamiento (entrenamientos) donde el cansancio, el dolor, los momentos anímicos bajos, el sufrimiento aceptado voluntariamente forman parte del día a día.

Ahí es donde la empatía, la información adaptada a tus conocimientos, la amabilidad en el trato son aspectos fundamentales para acompañar a la protagonista en ese proceso que la llevará a conseguir esa medalla de oro, esa victoria sobre el tumor que en este caso es la curación.

Los plazos se respetan y los entrenamientos, perdón, los tratamientos, no se alteran ni interrumpen. Cada especialidad, cada especialista, va supervisando e interviniendo con la precisión de un relojero y las pautas que nos marca el conocimiento científico.

Se van superando las etapas, se realizan test de control (controles federativos para comprobar la puesta a punto del deportista), se reorientan los tratamientos y se avanza hacia el día en que disputas la medalla y consigues la victoria: el alta médica.

Es un proceso similar, paralelo, con los mismos principios que rigen en el deporte de competición aplicados a la enfermedad. Eso sí hay, una gran diferencia: en los CAR se invierte para pocos deportistas de élite y aquí, en nuestro CAR Sanitario, se invierte para muchos ciudadanos.

Apoyemos esta joya que se llama sanidad pública asturiana sin reservas para estar en la élite de la salud.

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