Opinión | La columna del lector

Rosa Pérez Carneado

Secretaria de Formación de OTECAS

Señor presidente, nos sentimos discriminadas

Excmo. Sr Adrián Barbón:

El propósito de esta carta abierta es la solicitud de una reunión en la que nosotras, ocho mujeres trabajadoras de la red de centros concertados, pretendemos explicarle personalmente la discriminación que padecemos porque nuestras condiciones laborales y salariales cada vez están más lejos de nuestras homólogas de los centros de titularidad pública. Y esto nada tiene que ver con la bondad de la calidad del servicio público de educación que se imparte en la enseñanza concertada, que es indiscutible; sino con que esta calidad no puede ser a costa de nuestro sobreesfuerzo como trabajadoras.

Con el empleo del femenino no pretendemos aludir a las mujeres con exclusividad, sino que es nuestro propósito reivindicar, en el Día Internacional de la Mujer, su uso genérico para referirse tanto a los hombres como a las mujeres que trabajan en nuestro sector. Si fuera un argumento el número de personas de cada sexo para elegir el género con el que nos referimos al conjunto, en la enseñanza concertada, el femenino genérico estaría plenamente justificado porque más del 70% somos mujeres.

Nosotras le haremos ver que la diferencia de inversión está en la base de nuestra discriminación. En los últimos diez años, la inversión que el Gobierno asturiano ha realizado por alumno en la concertada es mucho menos de la mitad de lo que invierte en el alumnado de la pública. Y esto se refleja en la diferencia abismal entre nuestros salarios: una profesora de la enseñanza pública, con 31 años de antigüedad, cobra más de 12.000 euros anuales más que nosotras, sus homólogas de la concertada; en que en los centros concertados asturianos somos muchas menos profesoras: sus plantillas son de las más bajas de España y en que no solo impartimos más horas de clase, sino que también tenemos más alumnado por aula.

Nosotras le contaremos que las alumnas y alumnos (que pueden llegar a ser más de treinta) de una clase de primer ciclo de ESO, por ejemplo, de cualquier centro concertado de Asturias son educados por profesoras que tenemos 25 horas lectivas a la semana, siete horas más que si lo hiciéramos en la pública. Esto implica que podemos llegar a ser responsables semanalmente de hasta cuatro asignaturas más, de lo que se deriva la necesidad de más tiempo para la preparación de las clases, para la corrección de pruebas y trabajos y para la atención personalizada tanto en entrevistas con madres y padres como en el seguimiento digital. Tiempo al que se debe sumar la responsabilidad de la educación de cinco alumnos más que en la pública. Y, finalmente, a esto se debe añadir la jornada (invisible a los ojos de los que no la conocen) que nosotras nos llevamos a nuestra casa, donde nos aguarda nuestra propia vida familiar, pues ya no quedan horas en el centro después de las lectivas y de las de presencia obligada para otras actividades que nos exige la empresa.

Y finalmente, le haremos hincapié en que Asturias no puede ser una de las pocas comunidades autónomas que, en la actualidad, no cuente con un acuerdo de jubilaciones parciales para la enseñanza concertada. Desde el 1 de enero de 2019, la Consejería de Educación asturiana ha hecho desaparecer de facto las jubilaciones parciales de las trabajadoras de la concertada por el endurecimiento de las condiciones.

Esto supone que, mientras que una docente de la pública, cumpliendo las condiciones, puede hoy jubilarse a los 60 años; nosotras, si no se toman medidas, podremos llegar hasta los 67 con una jornada de 25 horas lectivas, más las correspondientes no lectivas con el consiguiente desgaste: cada vez mayor, resultado de la acumulación de un agotamiento mental, emocional e incluso físico. Y esto no dejará de tener una repercusión directa en la calidad educativa sino también en nuestra salud.

Si la educación asturiana sigue estando a la cabeza de los resultados de titulación en ESO y en Bachillerato, la red concertada es, cuando menos, copartícipe de ese éxito; pero lo es, a costa de nuestro sobreesfuerzo como maestras y profesoras. Y la calidad educativa de todo el alumnado, independientemente de la red en que se escolaricen, no puede descansar en que nosotras, como docentes de la red concertada trabajemos más horas y durante más años, sino en que, como expresa la LOMLOE, todo el alumnado reciba los recursos materiales y humanos necesarios, por tanto, los mismos, para cumplir sus tareas.

Y es nuestro deseo e intención que nadie entienda esta carta abierta como una queja, muy lejos de las normas de elegancia que nos son propias, sino como la denuncia de una discriminación, que a nosotras hoy, en esta jornada reivindicativa, nos toca abanderar en representación de todos los trabajadores, ya seamos hombres o mujeres.

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