Los escondidos sentimientos de la poesía

Un alegato en favor de la designación de Asturias como capital mundial del verso

Emilio Serrano Quesada

Emilio Serrano Quesada

Estamos a un paso de esa travesía, sobre ese mar de infinitos horizontes, para que el barco que lleva como patrón a Graciano García atraque en ese puerto de nuestro paraíso, lance a sus aguas ancla y amarras, y nos deje la cosecha de su pesca, avalada por el resto de países, para que nuestra muy querida Asturias sea capital mundial de la poesía.

Con estas modestas líneas quiero unirme a su petición. Estoy en mí despacho familiar y cuartilla en blanco me espera mi paciente Olivetti. En las afueras, camina la noche, casi el alba, y a través de la ventana me mira una luna tierna y cálida. En los adentros, en mi chimenea, un leño en llamas ofrece calor a mis palabras. Un óleo de mi padre y un Cristo sobre cruz que me acompañan, que me dan paz y calma. Un viejo reloj mueve su péndulo, marcando el tiempo, y yo, al igual que él, voy y vengo, buscando en mi conciencia una cercana poesía.

Tras un sorbo de café y licor de guindas, me ofrezco un suspiro y pienso el porqué nadie nos ha dicho aún cuánta soledad es necesaria para sentirse sólo, ni cuánto amor es necesario para sentirse amado. Algún día la poesía nos dará la respuesta.

Por todo ello, el silencio de mi soledad buscada, trata de encontrarla ya que el escribir me ayuda a sacar a la luz esos escondidos sentimientos que, dormidos en el olvido de la memoria, los despierta la voz de la poesía.

Debo de confesarles que todos los poemas son momentos recogidos de nuestras experiencias de la vida, que sirven para rehabilitar las heridas sufridas y recuperar esa intimidad como alimento de una paz interna. Soy de los que piensan que la poesía tiene alma viajera, que busca caminos para ofrecerle a sus sueños esa controlada libertad que el mundo añora y necesita.

Así las cosas, yo les animo para que, entre todos, vistamos con prudente elegancia la desnudez del cuerpo del poema y acompañaremos, con respeto, al poeta que no descansa nunca, incluso cuando sueña, y en su despertar nos muestra sus versos secretos en busca de luz. Él sabe de la bondad de su palabra para descubrir todo aquello que encuentra a su paso, ya que en su pensar, cuando sale a la calle entra, para su disfrute, en esa casa grande llamada naturaleza, con toda esa belleza que la Providencia le otorga a nuestra Asturias como paraíso natural.

Despertemos al poema de su letargo, para encontrar esa felicidad como profunda huella que alivie nuestro cuerpo y alma en el futuro, y darle esa libertad para que, a mi manera, y dentro de mi modesta opinión, pudiera ser entendida.

No olvidemos que la poesía es una continua promesa de emociones. Sabido es que no tiene edad, siempre es joven, nunca vieja, y por su larga experiencia nos ofrece valores y consejos. Sabe afrontar responsabilidades que, como sendas de tránsito, dejan en su caminar ilusiones y esperanzas.

Diría yo que es todo una inmensa fe del pensamiento poético que, en un abrazo eterno, se unen felicidad, amor, desencantos, alegrías, tristezas, luces y sombras que habitan en nuestro diario vivir.

En su caja fuerte archiva la poesía todo tipo de valores y a ellos le vamos a dedicar el amor que se merecen para que en su calmada lectura encontremos el calor y el sentido de una nueva vida. Ese es también mi pensar y así lo entiendo. Por todo ello, permítanme definirla como el lenguaje de la armonía y de la inspiración para transferir los sentimientos en la ilusión que toda persona debe de poner para salir a su encuentro sintiéndonos privilegiados si aceptamos tenerla como amiga y compañera.

Se me fue fugaz el tiempo y ya no me queda espacio en mi blanca cuartilla. El reloj me anuncia su edad avanzada. Levanto mis ojos al cielo y observo que siguen en su sitio: la luna, el óleo paterno y el Cristo en su cruz, que como testigos fieles en su intimidad respetaron mis silencios.

Sobre mi chimenea, agotado ya el baile de sus llamas, sólo queda una perezosa brasa que al igual que los destinos que nos ofrece este complicado mundo, se va consumiendo lentamente. Apago las luces y, camino ya del descanso, sigo dialogando con la poesía. Sinceramente, como parte de mi felicidad, la necesito.

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